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Armando Alcántara Santuario

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No truncar el talento

Campus Milenio Núm 88, pp.5 2004-07-08

La semana pasada la periodista Karina Avilés publicó, en conocido diario capitalino, un par de excelentes reportajes acerca de los Niños Cantores de Chalco. Se trata de una iniciativa excepcional impulsada hace 14 años y cuyos frutos se han materializado en varias giras internacionales por América Latina, Europa y Estados Unidos; además de actuaciones con la Compañía Nacional de Ópera y la Orquesta Sinfónica Nacional.

Como es sabido, Chalco Solidaridad es una inmensa concentración urbana cuyos orígenes se remontan a los años 80, y cuyas características recuerdan a las de Ciudad Nezahualcóyotl durante la década de los sesenta.

La saga de este grupo, que combina el canto y la danza, comenzó en 1990 cuando un par de maestros del Conservatorio Nacional de Música fueron requeridos para enseñar canciones en polaco a un grupo de niños de la zona, con motivo de la visita del Papa Juan Pablo II.

Luego de haber cumplido con la actividad encomendada, los dos profesores sintieron que valía la pena continuar trabajando con los niños, y se dieron a tarea de enseñarles técnicas corales y musicales, lectura, danza y actuación.

Uno de los motivos de orgullo de los profesores y de estos pequeños talentos es que uno de ellos curse el quito año de la carrera de cantante de ópera en el Conservatorio Nacional de Música. Con ello se demuestra lo que el trabajo comprometido de maestros entusiastas, padres de familia deseosos de ofrecer mejores oportunidades a sus hijos y el propio esfuerzo de éstos puede lograr en un medio social sumamente difícil.

Esto constituye una evidencia concreta de que –bien encauzada- la educación puede “hacer la diferencia” en la vida de los niños y sus familias.

En este sentido, un reporte publicado en el año 2000 por el Laboratorio Latinoamericano de la Evaluación de la Calidad de la Educación (Primer Estudios Internacional Comparativo sobre Lenguaje, Matemáticas y Factores Asociados para Alumnos de Educación Básica) encontró la existencia de variables cruciales que compensan el efecto negativo que pueden tener las adversas condiciones socioculturales y socioeconómicas en el rendimiento académico.

Es decir, que a pesar de provenir de contextos desfavorecidos, los alumnos pueden alcanzar buenos resultados educativos, si se promueven factores que sirvan para subsanar tales desventajas.

De acuerdo con este reporte, las condiciones compensatorias apuntas a la cultura, las actitudes, las prácticas y las interrelaciones entre profesores, padres de familia, directivos y demás actores involucrados en la comunidad escolar.

Lo anterior lleva a pensar en la escuela como un verdadero motor de cambio, pues no sólo hace la diferencia sino, también, puede compensar los efectos de la falta de justicia social. Y en el caso de los pequeños talentos de Chalco verdaderamente constituyen, como lo denomina la atora de los reportajes, “un oasis de cultura” rodeado de carencias de todo tipo: servicios urbanos, violencia, farmacodependencia, etcétera.

Sin embargo, este tremendo esfuerzo por desgracia, y como a veces sucede con iniciativas de este tipo, corre el riesgo de verse truncado por la falta de apoyo, principalmente por el no cumplimiento de los compromisos financieros en el nivel municipal.

Esta lucha que por casi tres lustros han mantenido los maestros y los padres de los talentosos muchachos, ha sido un intento por superar los obstáculos, incomprensiones e, incluso, las agresiones que han puesto en riesgo la integridad física de quienes encabezan este esfuerzo por apartar al grupo de jóvenes a su cargo del círculo vicioso de pobreza-ignorancia-desempleo.

Realmente sería muy lamentable desperdiciar el talento emergido de estos niños por falta de apoyo económico, pues no requieren de inmensos recursos sino de financiamiento continuo. Esto llama a la reflexión cuando en estos días se está cuestionando a las asociaciones y fundaciones supuestamente encargadas de apoyar el desarrollo social debido al manejo irregular de sus recursos, así como a la falta de claridad en sus objetivos.

En el contexto nacional e internacional, donde se habla de lograr que todos los ciudadanos cuenten con una base común para obtener mejores condiciones de vida, y disminuir el rezago educativo. Los Niños Cantores de Chalco representan una oportunidad idónea de demostrar que las políticas sociales efectivamente buscan mejorar la situación de todos, sobre todo de aquellos inmersos en la pobreza y la marginación.




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