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Armando Alcántara Santuario

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La conciencia crítica de la sociedad

Alcántara-Santuario, Armando. (octubre 29, 2009). La conciencia crítica de la sociedad. Suplemento Campus Milenio. Núm. 343, pp.14 2009-10-29

Una de las funciones primordiales de la universidad ha sido —además de la docencia, la investigación y la difusión de la cultura— llamar la atención de la sociedad sobre los grandes problemas que la aquejan. No se trata simplemente de denuncias o consignas, sino del resultado del libre examen de las ideas y del análisis riguroso de los más diversos temas disciplinarios. Ello tiene consecuencias políticas, pues en ocasiones este ejercicio, normal en una democracia, molesta a quienes detentan poderes de diversos tipos. Por ejercer esta función crítica, las universidades han sufrido varias clases de presiones que van desde formas sutiles de censura, hasta restricciones presupuestarias y aún intervenciones policiacas o militares. Lo que en regímenes democráticos es el derecho a la libre expresión, en sistemas autoritarios se ve como amenaza al orden social. No obstante las amenazas o represalias, la crítica sigue siendo un derecho irrenunciable de los establecimientos universitarios.

En la historia moderna de la UNAM ha habido episodios en los cuales su derecho a la libre expresión o la denuncia de las graves situaciones por las que ha atravesado nuestro país, han motivado ataques de los gobiernos o de quienes sienten que se ponen en riesgo sus privilegios. Sin duda, el enfrentamiento más trágico y directo fue el ocurrido durante el conflicto estudiantil de 1968, en el cual también participaron otras instituciones, como el IPN y Chapingo. También han sido ampliamente conocidas las confrontaciones que han tenido las universidades públicas de los estados con sus respectivos gobiernos. Aunque sin los resultados trágicos de las décadas de los sesenta y setenta, el conflicto ocurrido con motivo de la huelga de 1999 puso frente a frente posiciones contrarias entre grupos de universitarios y la llamada “clase política” gobernante.

Durante el sexenio anterior y lo que va del presente, los gobiernos de la “alternancia” panista han regateado tesoneramente su apoyo a la educación superior pública. En lo que va de la primera década del nuevo siglo, los representantes de la UNAM y del conjunto de las universidades públicas han tenido que librar verdaderas batallas para convencer a los miembros de las comisiones de Presupuesto y Cuenta Pública, así como a los de Educación Pública y Servicios Educativos, para que modifiquen los presupuestos que les asignan las secretarías de Hacienda y de Educación Pública. Como van las cosas, este año será una batalla más dura aún, toda vez que se ha anunciado un recorte de 7 mil millones de pesos en el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para 2010.

Todos estos elementos sirven de trasfondo para destacar la importancia del discurso pronunciado por el rector de la UNAM al recibir el Premio Príncipe de Asturias en la categoría de Comunicación y Humanidades, el pasado 23 de octubre en Oviedo, España. En esa ocasión, el doctor Narro subrayó lo que ha sido reconocido por diversos analistas e incluso por los organismos internacionales especializados en educación: sin una ciencia propia y sin un sistema de educación superior vigoroso y de calidad, una sociedad está destinada a ser maquiladora o a un desarrollo mediocre. También puso de relevancia que, en el mundo actual, el conocimiento está presente en casi todas las esferas de la vida. Por ello, fustigó a quienes, ante esa realidad, muestran su desinterés en la materia y para quienes la educación no constituye una prioridad. En consecuencia, criticó a quienes escamotean los recursos para su generación y transmisión.

Resulta muy destacable en su alocución su reivindicación del derecho a la educación y su insistencia en que ésta constituye un medio primordial de superación individual y colectiva. También encomiable fue su planteamiento de que la educación superior es un bien público y social, a la cual todos deben acceder bajo los criterios de calidad y equidad. Esta última consideración ha sido el producto de las reivindicaciones de muchos grupos sociales en el mundo y se ha reconocido como tal en la reciente Conferencia Mundial sobre Educación Superior, organizada por la UNESCO en julio pasado en París.

Asimismo, para reiterar el compromiso social de la universidad y recalcar el compromiso social de la institución frente a los grandes desafíos de la realidad actual, propuso aprovechar la oportunidad que representa el colapso del sistema financiero mundial para plantear nuevos esquemas de desarrollo que permitan a la juventud recuperar la esperanza en un futuro más promisorio. Esto implica “alcanzar un progreso donde lo humano y lo social sean verdaderamente lo importante”.

Más allá de la retórica que pudiera representar un discurso elaborado para una ceremonia como a la que se hace referencia, las palabras del rector de la Universidad Nacional constituyen un refrescante y muy oportuno llamado a conjuntar voluntades en la construcción de alternativas para la actual situación, que es un síntoma del agotamiento de un modelo de desarrollo que durante sus casi tres décadas ha traído más pobreza y más hambre a un número cada vez mayor de personas, mientras por otro lado ha provocado la acumulación de niveles de riqueza sin precedente en muy pocas manos. Este mensaje habrá de encontrar, seguramente, mucho eco en quienes desean transformar una situación de deterioro moral, político y social que resulta ya insostenible.




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