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Armando Alcántara Santuario

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Mujeres en la ciencia: realizaciones y obstáculos

Alcántara-Santuario, Armando. (marzo 18, 2010). Mujeres en la ciencia: realizaciones y obstáculos. Suplemento Campus Milenio. Núm. 361, pp.13 2010-03-18

El trabajo que las mujeres han desempeñado en la creación y difusión del conocimiento científico ha sido tan valioso e importante como el de sus contrapartes masculinas, pero muchas veces ha significado vencer grandes obstáculos. Sólo por mencionar algunos de los ejemplos más conocidos, merece la pena recordar que entre las pocas personas que han logrado obtener dos veces el Premio Nobel se encuentra la célebre Marie Curie, quien fue galardonada con dicho premio en Física y en Química, el primero de ellos al lado de su esposo Pierre. Además, las dos hijas de esta singular pareja tuvieron también exitosas carreras en la ciencia —curiosamente, Irène Joliot-Curie compartió con su marido Frédéric Joliot el Nobel de Física en 1935— y en el periodismo (Eve fue una de las primeras mujeres reporteras durante la Segunda Guerra Mundial y escribió la biografía de su madre). Otros casos exitosos son los de las tres científicas que el año pasado obtuvieron el galardón creado por Alfred Nobel. Todos estos datos provienen de un interesante artículo aparecido el pasado 5 de marzo en The New York Times, el cual fue escrito por Katrin Bennhold a propósito del Día Internacional de la Mujer.

En el artículo de referencia también se destaca que en el mundo desarrollado está creciendo a pasos acelerados el número de mujeres en la ciencia, el cual hasta hace pocos años era aún un bastión del género masculino. Así, en la actualidad las mujeres obtienen 42 por ciento de los grados en ciencia dentro de los países de la OCDE, y en los campos de las ciencias de la vida, como la biología y la medicina, poco más de seis de cada diez graduados son mujeres. Más aun, en la Unión Europea el número de investigadoras está creciendo casi al doble que el de los hombres. Sin embargo, el camino a la plena realización en el mundo científico ha estado lleno de obstáculos: las mujeres obtienen más grados y mejores calificaciones que los hombres en los países industrializados, pero reciben menores salarios y tienen mayores probabilidades de trabajar jornadas de tiempo parcial. Solamente 18 por ciento de los profesores con definitividad en los 27 países de la Unión Europea son mujeres. Asimismo, el número de mujeres en campos como las ciencias de la computación y la ingeniería mecánica y eléctrica es aún muy reducido.

Por otra parte, la cantidad de mujeres con la mayor categoría académica en los diversos campos científicos en las universidades americanas más prestigiadas no ha rebasado 10 por ciento durante los últimos 50 años. Además, sólo un pequeño número de mujeres en el mundo preside las academias nacionales de ciencias (algo que en México ocurre por primera vez en la historia). Otro dato revelador es que de los 540 premios Nobel entregados hasta la fecha en ciencias, sólo 16 han correspondido a mujeres.

Entre los mayores obstáculos que las mujeres enfrentan para el pleno desarrollo de su carrera científica se halla compatibilizar dicha carrera con la vida familiar. Sobre todo cuando las actividades requieren viajes largos o frecuentes. En ocasiones también seguir la vocación por la investigación científica implica vencer estereotipos y prejuicios sociales. Bennhold trae a la memoria el incidente ocurrido a principios de 2005, cuando Lawrence H. Summers —otrora presidente de la Universidad de Harvard— mencionó que las diferencias en las “aptitudes intrínsecas” entre hombres y mujeres eran más importantes que los factores culturales y la discriminación para explicar por qué un número menor de mujeres había alcanzado el éxito en la investigación científica. Como se sabe, dicho comentario provocó tal reacción entre las académicas de dicha universidad que poco tiempo después Summers presentó su renuncia.

También ha habido casos en que los méritos de las mujeres en los avances científicos no han sido reconocidos: Lisa Meitner, una física austriaca cuyo trabajo fue crucial para descubrir la fisión nuclear junto con Otto Hahn, no compartió el Nobel con éste. También está el caso de otra científica austriaca, Hedy Lamarr, recordada más por su carrera como actriz en Hollywood durante los años 30 que por sus contribuciones al desarrollo de una tecnología que, junto con otro científico (George Antheil), sería la base de la telefonía móvil. Asimismo, fue hasta 1967 que la calle Pierre Curie, situada en el Barrio Latino de París, cambió su nombre a Pierre y Marie Curie; y también hasta 1995 los restos de ésta fueron trasladados al Panthéon, el monumento que honra a las mentes más brillantes de la República Francesa, cuya inscripción a la entrada principal todavía reza: “A los grandes hombres”.

Otro detalle que Bennhold subraya en su artículo es que, en muchos casos, mujeres exitosas en actividades científicas y tecnológicas asistieron a escuelas femeninas y tenían padres que se dedicaban a la ciencia. También menciona que en ocasiones algunas han tenido que sacrificar la maternidad o tener un solo hijo, y también tienen mayores probabilidades de permanecer solteras o divorciarse. Es el caso de una bioquímica de Filipinas, galardonada con el Premio L’Oréal-UNESCO 2010, quien dijo no haber tenido tiempo para casarse y menos para tener hijos. Ella señaló que su prioridad principal era pasar el mayor tiempo posible en el laboratorio, donde frecuentemente dormía sobre un colchón que había en su oficina, a fin de despertar en las madrugadas y tomar mediciones de sus experimentos.

Sin embargo, a menudo quienes han conseguido combinar con éxito su carrera en la investigación con la vida familiar es porque han encontrado apoyo institucional o contaron con la ayuda de su pareja. En ocasiones, las universidades de algunos países otorgan mayores facilidades para obtener permisos de maternidad y contar con guarderías y estancias infantiles adecuadas. Por otra parte, la creciente demanda de personal altamente calificado en países avanzados de Occidente, así como en China y la India, constituye un indicador importante para una mayor participación de las mujeres en actividades científicas y tecnológicas —tanto en la academia como en la industria—, incluyendo algunas ramas de la ingeniería en las que su participación hasta hoy no ha sido muy significativa. Puede decirse, entonces, que, a pesar de las dificultades y obstáculos, el camino es promisorio.




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