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Alejandro Canales Sánchez

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Posgrado: deseos y números a la deriva

Canales-Sánchez, A. (marzo 31, 2022). Posgrado: deseos y números a la deriva. Suplemento Campus Milenio. Núm. 942. 2022-03-31

Las severas apreciaciones del Conacyt sobre el Padrón Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC) y las nuevas normas que regirán los estudios de alto nivel aparecen en el reglamento de becas recientemente publicado (DOF. 16.03.2022). La novedad es que, aparentemente, la autoridad girará la palanca de los recursos financieros, la disociará de la evaluación realizada a través del PNPC y todo mejorará sin más.

La nueva política para el posgrado no se notará de inmediato, pero sus efectos podrían ser de largo alcance. El mayor problema es que los cambios se sostienen, básicamente, en la enunciación de deseos y un reglamento, pero los componentes elementales de una reforma no se ven por ningún lado. A la fecha no hay, o no es público, un diagnóstico de ese nivel de estudio; tampoco un documento marco de lineamientos y ni siquiera cómo se integrará el novedoso Sistema Nacional de Posgrados o cuáles serán los “criterios cualitativos imbricados en una red sistémica”.

El Conacyt, como lo anotamos aquí mismo la semana pasada, dice que entregará directamente las becas de posgrado a los estudiantes. Su justificación es que la intermediación del Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC) toleró simulaciones al acreditar programas profesionalizantes, especialmente de instituciones particulares, poco o nada vinculados a la investigación, motivó discrecionalidad y ‘mercados de favores’.

También, consideró el organismo, el PNPC fue incapaz de “evaluar cualitativamente el rigor epistemológico” de los programas de posgrado, priorizó la competencia, promovió prácticas privatizadoras y el lucro en instituciones públicas, así como la evaluación dispersa.

O sea, el Conacyt identifica que la mediación, el PNPC, las instituciones particulares, los programas profesionalizantes y la evaluación cuantitativa, son piedras en la travesía de lo que será un boyante posgado. Ojalá fuera tan sencillo como desbrozar un camino. Desde la semana pasada advertimos que únicamente la logística de atención, lo más básico, pondrá a prueba las capacidades técnico-administrativas del organismo rector de las políticas científicas y tecnológicas.

El Conacyt dice que fomentará sobre todo el posgrado público y buscará la universalización de las becas para ese nivel. Una buena decisión. Veamos. Las cifras para el posgrado público indican que cada año ingresan a ese nivel 41 mil estudiantes. Por cierto, el vecino de la columna de al lado me hizo notar que los números del posgrado que dije, los anotados aquí la semana pasada, no eran exactos.

Efectivamente. No aclaré que los números mencionados se referían solamente al posgrado del sistema escolarizado, porque el Conacyt expresa preferencia por los programas públicos y orientados a la investigación. Si añadimos la matrícula pública del sistema no escolarizado, el volumen es relativamente mayor (el primer ingreso sería de poco más de 51 mil alumnos y la matrícula total de 146 mil) y si añadimos el sistema privado escolarizado el volumen crece (240 mil) y todavía más si sumamos la no escolarizada de ambos regímenes (403 mil).

En fin, tomemos solamente el posgrado público escolarizado. El número de nuevas becas nacionales que el Conacyt entregó en 2019 fue 22 mil 710. O sea, apenas la mitad del total de estudiantes de primer ingreso al posgrado, si busca la universalización de los apoyos tendría que duplicar la cantidad.

El problema es que el organismo no tiene un mayor presupuesto, así que seguramente el aumento de apoyos correría a cargo de las propias instituciones, pero están bajo un régimen de austeridad, el subsidio no crece y sus arcas están en el límite. ¿Entonces? Lo más probable es que el incremento sea marginal, altamente retórico y sin el mecanismo de funcionamiento previo.

El Conacyt tampoco tiene interés en las instituciones particulares, ni en el PNPC y tampoco en los posgrados profesionalizantes. ¿De qué volumen estamos hablando? Las cifras dicen que en México existen alrededor de 11 mil programas de posgrado. De ese total, alrededor de 8 de cada diez son profesionalizantes y seis de cada diez corresponden a sostenimiento particular.

También, de los cerca de 11 mil programas, solamente 2 mil 395 pertenecen al PNPC (22%). Una diferenciación realizada a través de la evaluación de ese programa. A su vez, de los más de 2 mil programas del PNPC, tres cuartas partes están orientados a la investigación y la parte restante es profesionalizante. Además, nueve de cada diez programas del PNPC son públicos. Es decir, es un programa fundamentalmente público y de investigación, entonces la pregunta sería: ¿qué mecanismos utilizará la autoridad para integrar el Sistema Nacional de Posgrados?

Tal vez la primera confrontación entre la retórica, los deseos y la realidad la tendremos ahora que el Conacyt gestione alrededor de 40 mil nuevos expedientes, cada uno con su respectivo Curriculum Vitae Único (CVU), cruzado por tipo de programa e institución de adscripción. Recuérdese las complicaciones que ha tenido la plataforma para migrar el CVU de alrededor de 35 mil miembros del SNI, o bien, los retrasos en la evaluación anual de solamente 8 mil nuevos aspirantes y una cantidad similar de renovación. La complejidad es distinta, pero todo suma.

Pie de página: Un año después del plazo, senadores y diputados dicen que tendrán un proyecto único de Ley General de Ciencia y Tecnología, porque trabajarán en “conferencia” y será por consenso. Ya veremos.




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