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Alejandro Canales Sánchez

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Probar y discutir la inteligencia artificial

Canales-Sánchez, A. (febrero 09, 2023). Probar y discutir la inteligencia artificial. Suplemento Campus Milenio. Núm. 984. 2023-02-09

El acceso público a ChatGPT apenas tiene un par de meses, pero el furor ya es notable en todos los ámbitos y regiones; el asombro va en aumento y la herramienta de inteligencia artificial resulta tan prometedora como inquietante. No es para menos. Se trata de un sistema de inteligencia artificial que puede elaborar textos en segundos de muy alta calidad sobre los más variados temas.

Lo inquietante es que la fluidez, estructura y calidad de los textos producidos por la herramienta no se puede diferenciar de aquellos elaborados por una persona. Aunque, ciertamente, lo que hace es completar lo que se le pregunta, porque el sistema, el modelo de lenguaje que utiliza, está diseñado para responder de forma articulada y semánticamente correcta.

No obstante, se ha dicho, no hay garantía de que la información que arroje sea veraz y correcta. Las respuestas obtenidas pueden ser incorrectas porque la herramienta tiene dificultades para distinguir la realidad física y la social o se advierten sesgos para coincidir con la persona que le pregunta. Además, sus respuestas no consideran acontecimientos posteriores al año 2021 o lo hacen de forma muy limitada

Algunos piensan que no hay mucha diferencia con las respuestas que se pueden obtener a través de los actuales motores de búsqueda en internet o con otros modelos de lenguaje que se han ensayado en los últimos años. Sin embargo, tanto por su rapidez, como por su autoaprendizaje, calidad, acumulación de información y disposición pública gratuita, no hay duda de que estamos ante una nueva y poderosa herramienta que podría modificar de forma sustancial nuestra vida cotidiana y prácticas académicas.

Las siglas en inglés GPT se han popularizado rápidamente y corresponden a Generative Pre-trained Transformer, un modelo de lenguaje autorregresivo, tercera generación, creado por una compañía de investigación de inteligencia artificial (OpenAI). La propia compañía dice que su misión es asegurar que la inteligencia artificial general beneficie a toda la humanidad, pero lo cierto es que está financiada en gran medida por Microsoft y pusieron a disposición pública la herramienta el último día de noviembre del año pasado.

Resulta relativamente sencillo utilizar la herramienta, solamente hay que dirigirse a la página electrónica de la compañía (chat.openai.com), registrar un correo electrónico, una palabra clave de contraseña y listo. La página es sencilla e ilustrativa, solamente hay que preguntar o darle indicaciones de lo que queremos de forma clara. El servicio es gratuito, pero también hay otro de paga con mayores beneficios.

Los resultados y los textos obtenidos a través de ChatGPT nos pueden sorprender satisfactoriamente. A la par, sin embargo, afloran las preocupaciones por la relativa facilidad con la que se podrían generar hechos alternativos, información engañosa o errónea, controversias por los derechos de propiedad intelectual o la atribución de autoría de los textos que fueron elaborados por un sistema. Este último, no cabe duda, es un tema altamente sensible en el desempeño laboral y en los procesos formativos de las instituciones educativas.

No es fortuito que recientemente la revista Nature diera cabida a una colaboración de académicos que urgen a establecer prioridades ante el inexorable avance de los sistemas de inteligencia artificial. Las puntualizaciones han tenido una amplia aceptación en el mundo académico y científico porque reflejan preocupaciones compartidas.

Por ejemplo, señalan que se debe insistir en mantener la verificación humana sobre el trabajo científico, elaborar reglas para una auténtica rendición de cuentas sobre su uso en la práctica académica, así como pugnar por inversiones para crear sistemas de inteligencia artificial realmente abiertos. Porque, prevén, la nueva herramienta seguramente estará en toda la cadena del trabajo científico, desde el diseño del experimento hasta la publicación del trabajo.

Tal vez lo más importante es, como lo plantean los académicos en su colaboración para Nature, participar en el debate de esta tecnología disruptiva porque su presencia y uso serán inevitables. En primer lugar, recomiendan que todos los grupos de investigación se reúnan para conversar y probar por sí mismos la nueva herramienta, un encuentro en el que podrían tener un papel sobresaliente los líderes y profesores responsables para acordar algunas reglas básicas de compromiso para un uso íntegro, honesto y transparente de la herramienta.

Además, en segundo lugar, solicitan un amplio foro internacional inmediato y continuo acerca del desarrollo y uso responsable de la nueva tecnología para la investigación. Por último, plantean una decena de preguntas a discutirse en el eventual foro, en donde la diversidad y desigualdad en la investigación es un asunto clave.

El tema apenas está despuntando y pronto veremos más ángulos de la discusión. ¿Usted ya utilizó la nueva tecnología? Si no es el caso, debería hacerlo.

Pie de página: La propuesta de ley general de ciencia del gobierno federal sigue generando consenso, pero en su contra. El Conacyt no tiene una definición de ciencia neoliberal, esa fue la respuesta dada a Juan Pablo Pardo-Guerra, obtenida a través de la plataforma nacional de transparencia.




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