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Alejandro Canales Sánchez

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Becas: improvisación inexplicada

Canales-Sánchez, A. (junio 29, 2023). Becas: improvisación inexplicada. Suplemento Campus Milenio. Núm. 1003. 2023-06-29

Al cuarto para las doce, literalmente, estudiantes de posgrado del área económico administrativa se enteraron que no tendrían beca del nuevo Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt). La inconformidad de los jóvenes rápidamente se diseminó en esa caja de resonancia nacional en la que se han convertido las redes sociales y con la misma rapidez desapareció.

Todo parece indicar que las autoridades del sector dieron marcha atrás a la medida. Lo sorprendente es que no hubo ningún comunicado oficial, ni siquiera un comentario en las cuentas personales y oficiales del organismo en redes sociales, tan proclives a reflejar las acciones de gobierno. Nada. Como si nada hubiera ocurrido.

O sea que, por lo menos en esta ocasión, sí habrá becas para todos los estudiantes de posgrado. Una buena noticia para ellos, para el sistema científico y tecnológico y para la sociedad toda. Pero si es una rectificación tácita, no se conservará de forma definitiva y, desde luego, nada seguro habrá para la próxima convocatoria.

El acontecimiento es ilustrativo del momento actual de la política, porque lo que parece no se nombra o se le llama de otra forma. Total, si las decisiones que vemos en acto y en la vida de las fuerzas políticas se asemeja a un juego de espejos rotos, lo de menos es que no haya ninguna explicación de por qué una u otra decisión sobre las becas de los jóvenes. Lo importante es que estarán sosegados y la República se anticipa, por fuera de las normas, a dirimir quién debe encabezar el próximo periodo.

Sin embargo, lo ocurrido con las becas es todavía más representativo de las acciones en el terreno científico y tecnológico. En primer lugar, muestra la improvisación que recorre a esta y a muchas otras iniciativas en el sector, porque, por ejemplo, sustituyó el anterior Padrón Nacional de Posgrados de Calidad con un denominado Sistema Nacional de Posgrados que no tenía ni tiene criterios de integración ni de funcionamiento.

El nuevo sistema, salvo por el régimen de sostenimiento, no hace una diferenciación de los programas de posgrado ni exhibe cuáles deben ser apoyados con becas. Tal vez después incorpore algunos indicadores o parámetros, pero, en este momento, no es ningún respaldo para discriminar tipos de programas.

A pesar de que la normatividad de las becas indica un orden de prelación para el otorgamiento de los apoyos, no hay un mecanismo que indique cómo y por qué establecer o seguir ese orden. Si no hay ninguna razón que justifique la decisión, no es de extrañar el reclamo de los jóvenes y menos si la directora del Conahcyt había dicho con anterioridad que no habría ningún estudiante de posgrado sin beca para sus estudios.

En segundo lugar, lo que pasó con las becas también expresa la fragilidad e incertidumbre que acompaña a casi todas las iniciativas en el sector. Algunos estudiantes de posgrado del área económico administrativa recibieron un correo electrónico oficial con la notificación de que su programa no se encontraba “dentro de las disciplinas de atención prioritaria nacional”, “por lo que se niega la asignación de la beca” (20.06.2023). Precisamente cuando están por iniciar los cursos.

No se sabe con certeza cuántos jóvenes serían afectados –en redes sociales y algunas notas periodísticas hablaron de alrededor de tres centenares–, pero con independencia del volumen, es desesperanzador enterarse que no habrá un apoyo con el que se contaba y resulta peor si la noticia llega justo en el límite.

En esta ocasión, cinco días después de la negativa inicial, aunque no lo dijo la autoridad sectorial, la Universidad Autónoma Metropolitana le hizo saber a casi medio centenar de estudiantes que el Conahcyt sí otorgaría beca “en todas las áreas y programas de la UAM reconocidos en el Sistema Nacional de Posgrados” (25.06.2023).

Una buena rectificación. El problema es que se repite una y otra vez el mismo patrón de inestabilidad y desequilibrio: se ha hecho patente en la gestión de recursos financieros para proyectos de investigación, en la modificación y convenios del programa Cátedras Conacyt, en la reciente convocatoria del Sistema Nacional de Investigadores e incluso en la aplicación de toda la normatividad, por ejemplificar algunos casos.

Lo perturbador es que, aparte de la fragilidad e improvisación de las decisiones, parece que no ameritan ninguna explicación ni justificar nada.

Pie de página: En una conferencia de prensa de AMLO de la semana pasada, le preguntan: “Señor presidente, fíjese que se viene un problema para la SEP en el tema de que se cambió una ley en el 2021, la autorización para RVOES, que es la autorización para nuevos planes de estudio para todas las escuelas. Son más de cuatro mil 500 escuelas que se les viene este problema, porque por ley la SEP tenía que resolverles en 90 días hábiles; se tardó dos años en resolver esas autorizaciones. Y lo grave es que cuando dan la autorización lo dan con fecha actual.”. El presidente responde: “Sí, pero no, no creo que se afecte, o sea, buscamos la forma” (22.06.2023).




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