banner
banner

Manuel Gil Antón

foto

Aguas de fondo

Gil-Antón, Manuel. (mayo 11, 2013). Aguas de fondo. El Universal. Recuperado de: LAPRENSA.mx. http://laprensa.mx/notas.asp?id=201261 2013-05-11

En el subsuelo social corre un río. Aflora en diversas formas. Inaceptables algunas, como la violencia y la impunidad. Otras, soterradas, fluyen por las grietas de las conversaciones poco audibles, o en la preocupación de muchos que no se expresa pero ahí está para quien procure escuchar más allá de la estridencia, o de las voces y los sonidos de la realidad que construyen los medios de comunicación cada día. Como todo río ha de tener nombre. En este caso, varios: miedo, desconfianza, incredulidad, incertidumbre… Quizá su mejor denominación sea “La Duda”.

Hay que tomarlo en cuenta. No es un arroyo. Su caudal proviene de dos manantiales abundantes: la historia y la memoria. Se considera, por ejemplo, que los maestros que no aceptan la reforma educativa son sólo unos cuantos, localizados, intransigentes, vándalos, medrosos ante la posibilidad de ser evaluados: ignorantes que defienden con tubos prebendas que no se justifican.

Falso. Es preciso rechazar los métodos a los que recurren, pero pese a errar en los cómos, muchos de ellos, no violentos, abrevan en el mismo afluente en que decenas o centenares de miles, callados, o en voz baja, coinciden: las aguas de la desconfianza con fundamento.

La incertidumbre. ¿Por qué creer que la evaluación será adecuada a la complejidad del oficio, si llevamos, como país, más de ocho años confundiendo a la valoración de su trabajo con los resultados de la aplicación de un examen estandarizado a los alumnos, impecable en su estulticia, fundado en la memorización repetible de contenidos incontenibles, y como factor central, 50%, para tener ingresos adicionales? ¿Con base en qué experiencia de evaluación de la capacidad docente capaz de diferenciar la averiguación de cuánto del saber total se retiene, del domino del conocimiento de los saberes a proponer para el aprendizaje en las aulas? No es lo mismo.

¿A partir de qué criterios los profesores, como conjunto profesional, participarán en el diseño de procesos no triviales de evaluación de su capacidad para coordinar el trabajo humano más difícil, a saber, generar ambientes de aprendizaje en el que millones de personas adquieran y ejerciten estructuras lógicas y destrezas comunicativas que les permitan descifrar, entender, criticar y renovar lo establecido como saber, y saber hacer, inmutables? Sin duda habrá deficiencias, como en todo gremio: ¿cuáles serán los instrumentos para mejorar? ¿40 horas de mal Piaget, junto a la “Teoría Infalible de las Competencias”, o tiempo pagado para compartir errores y aciertos con sus colegas, y generar proyectos colegiados? ¿Con qué certidumbre aceptar un escrutinio serio, si aprecian que se basa en la descalificación simple y burda que de su diversidad y experiencia han hecho, durante años, no pocas señoras y señores tan ignorantes como soberbios, desde sus púlpitos seculares? ¿Se tomará en cuenta, y de qué manera, la desigualdad social, a la que la inequidad escolar potencia? Los expertos de la Junta de Gobierno del INEE autónomo han declarado principios importantes en su actuar, pero hay otra duda: ¿podrán influir, de manera decisiva, en las funciones del instituto cuyas tareas las determinará el Congreso de la Unión en el futuro? ¿Han de tener confianza porque la decisión se tomó en “El Pacto”, mecanismo que reduce el ejercicio de la oposición responsable y se presenta, aséptico, como mandato de la Santísima Trinidad que alterna, cordial, en restaurantes cuyo costo ofende? La discrepancia no tiene dónde encausarse si todos dicen lo mismo.

El espacio para la acción directa tiene ahí parte de su origen. No es con promesas que esas dudas van a desvanecerse, sino con actos de claridad, inclusión y compromiso.

Sin hacer interlocutores válidos, y menos exclusivos, a los violentos, es necesario tender puentes con esa mayoría silenciosa, o que murmura, y además de mucho talento pedagógico y capacidad de exigencia en la diversidad, tiene razones para dudar y albergar incertidumbre.

Los hechos, más allá declaraciones, pueden conformar el piso para una reforma de largo aliento, necesaria. Es preciso escuchar y no confundir impunidad con dudas: el río lleva agua, mucha y turbia: no la pusieron, ahí, los profesores de a pie.




Derechos reservados 2024 PUEES-UNAM
Universidad Nacional Autónoma de México