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Manuel Gil Antón

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¿Me da permiso de evaluar, maestra?

Gil-Antón, Manuel. (abril 28, 2012). ¿Me da permiso de evaluar, maestra?. El Universal. Recuperado de: elprofegil.wordpress. https://elprofegil.wordpress.com/articulosperiodicos/ 2012-04-28

A la raíz: soterrado, el diferendo actual en torno a la evaluación “universal” descansa en un problema mayor: ¿por qué la SEP tiene que pactar con el SNTE para cumplir con su obligación? Evaluar la capacidad de los maestros, con el fin de asegurar que sea la mejor en el desempeño de sus funciones y, con base en un proceder adecuado a la complejidad de su labor —no es trivial generar ambientes de aprendizaje significativo—, diseñar instrumentos para adecuar la formación inicial en las escuelas normales y procesos fértiles para la actualización de los profesores en servicio, es función irrenunciable de la autoridad educativa.

Requerir pactos con el sindicato para todo es el cimiento del galimatías actual. Sin enfrentar la causa de fondo, nos quedamos en las ramas. Proclamar alianzas con la cúpula del SNTE para hacer lo que tienen que hacer, de acuerdo con la ley, los responsables de la educación básica en el país, deriva de la renuncia (o renuencia interesada) de la Secretaría a hacerse cargo de sus funciones. ¿Por qué es necesario acordar con la organización gremial? Porque desde hace décadas, y de manera inusitada en los más recientes 12 años, los titulares del Poder Ejecutivo decidieron compartir con ella la conducción del sistema educativo, a cambio de favores y servicios tanto electorales como de control social. Cambiaron su heredad por un plato de lentejas. Así las cosas, cabe otra pregunta: ¿ha habido, en realidad, secretarios de educación pública en este lapso, o más bien encargados del despacho para llevar a cabo los acuerdos de la presidencia con quien manda en el SNTE?

Recordemos. La SEP, en 2007, publicó el Plan Sectorial Educativo. Además de ser el más limitado de la historia por falta de horizonte educativo y la mediocridad de sus metas, no guio los actos de la SEP. El programa educativo del sexenio ha sido la Alianza por la Calidad Educativa (ACE) que idearon y firmaron Calderón y Gordillo en 2008. Para dar cumplimiento a una de sus partes, la evaluación del magisterio, hace un año hubo otra negociación en las alturas: sí se realizaría, pero con las reglas establecidas por una comisión integrada por la autoridad y el aparato de control del sindicato. A todas luces, la SEP en ambos casos eludió su lugar como única autoridad educativa al dispensar injerencia en asuntos no gremiales a los mandamases del SNTE. ¿Por qué, de nuevo, renuncia al uso de sus facultades y las condiciona al beneplácito de la estructura del sindicato? Porque el acuerdo de fondo no es educativo ni se orienta a mejorarla: es político, ha resultado inestable. Varía según los vientos electorales, no se finca en impulsar el aprendizaje y profesionalizar al profesorado.

La tarea del sindicato debe ser vigilar que se respeten los derechos laborales de sus agremiados. Ése es su lugar y es necesario. La dimensión académica, en términos de las condiciones de ingreso, permanencia, evaluación y promoción de las y los maestros no puede ser compartida. Y lo es. Tiene el SNTE derecho a designar ocupantes de plazas, direcciones y supervisores. Se le han concedido puestos tan relevantes como la Subsecretaría de Educación Básica. ¿De acuerdo con la ley? No. Son retribuciones por favores añejos, lo dijo el Presidente, establecidos en la lógica del amasiato político de base: contar con el apoyo de ese grupo de interés, poder de facto, a la acciones de los gobiernos en turno.

No es verdad, insisto, que la SEP, esté secuestrada. Ha sido cómplice en la subordinación de lo educativo a la coyuntura política. Hoy se queja del incumplimiento del SNTE. Lamento hipócrita: cuando los rendimientos le fueron favorables, la señora fue “una dama” y la adalid de la revolución educativa; ahora es enemiga del país. El problema de la evaluación es un efecto de las grietas en la confluencia vergonzosa. Cuando la SEP se haga cargo de su responsabilidad como autoridad educativa, y el SNTE funcione como lo que es, y es necesario que sea: un sindicato —ojalá democrático y no “de protección” al Estado/patrón— la evaluación y muchos pendientes más tendrán posibilidades de ser organizados. La causa de la causa, (la complicidad) es causa de lo causado (el desacuerdo con la evaluación).




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