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Manuel Gil Antón

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¿Me da una carta, doctor?

Gil-Antón, Manuel. (enero 07, 2012). ¿Me da una carta, doctor?. El Universal. Recuperado de: elprofegil.wordpress. https://elprofegil.wordpress.com/articulosperiodicos/ 2012-01-07

“Sí, de ésas para entrar a un club. Que diga que mi salud es buena. Es sólo un requisito. No le cuesta nada ayudarme. Ya me ha visto, ando rete bien. Ni gripe he tenido con los fríos. ¿Me la deja en su consultorio mañana? Tengo prisa, pues el descuento en el gimnasio vence en dos días.” Este tipo de certificado tiene una lógica: es un requisito burocrático y no precisa auscultación sofisticada. Una revisadita superficial, o nada, y se redacta. Valen también para otros fines: “Diga usted que tengo hepatitis, ándele. Así justifico mis faltas al trabajo”.

En cambio, cuando de veras uno se siente mal y hay dolor, fiebre u otras molestias, de nada sirve una constancia así. No cura nada, ni alivia el hecho de tenerla. Vamos al médico a que nos revise con cuidado. Manda a hacer análisis específicos casi siempre, le damos información completa sobre lo que sentimos. Queremos recobrar la salud: hay fiebre y es fuerte. No disminuye un ápice por una hoja que afirme que tenemos 36 y medio. A diferencia del primer caso, es indispensable un diagnóstico certero, indicaciones precisas, recetas adecuadas y hacer lo debido. Algo se debe corregir. Urge atenderlo.

El estilo burocrático remite al uso de la prueba ENLACE (Evaluación Nacional de Logro Académico en Centros Escolares) en la educación básica pública y privada. Cada año a los alumnos de tercero a sexto de primaria, y a todos los que están en secundaria, se les pone a resolver este examen (memorístico) sobre Español y Matemáticas. Se incorpora una asignatura distinta en cada ocasión desde 2008. Para los chavales, los resultados obtenidos no tienen consecuencia alguna. Es independiente de las notas que obtienen. Los aciertos que la o el alumno obtiene no “cuentan”. Después de años, por la reiteración que confunde al proceso de evaluación con el récord mundial de estudiantes examinados, se responde sin empeño a la trompa talega.

Pero las autoridades muestran su voluntad “sin precedentes” de evaluar al sistema, a los programas de estudio, a cada escuela y a todos los grupos involucrados. ENLACE no tiene capacidad de detectar los problemas educativos reales. Aunque lo afirmen. Creo que su objetivo es otro: propagar que la evaluación, al ser muy frecuente y aplicarse a millones, es necesaria para… tener un sistema que evalúa, aunque sea mal, porque una autoridad que evalúa es una autoridad que, “haiga sido como haiga sido”…evalúa.

Si se pretende evaluar al sistema educativo, con base en conocimientos adecuados para orientar acciones inteligentes, hay que diseñar muestras; elaborar instrumentos bien pensados; hacerlo en plazos y condiciones en que los estudiantes seleccionados al azar entiendan la importancia de realizar un esfuerzo para el beneficio de todos. Porque es vital la evaluación, hay que tomarla en serio. Y para lograrlo es importante reconocer que es absurdo evaluar por evaluar, como sea; y resulta torpe confundir la cantidad de examinados con la calidad y pertinencia de los mecanismos propios de una evaluación oportuna y adecuada.

Hoy se trata de lograr, como meta, certificados de “salud educativa” (del sistema, de la escuela y del grupo en que trabaja un profesor) para engrandecer la fama trivial de las autoridades en turno, la capacidad de atracción de la escuela —¡Fuimos el primer lugar en ENLACE de toda la cuadra!— y, lo que es más grave: de los resultados que obtenga el grupo de cada maestra o maestro, dependerá el 50% de los ingresos adicionales posibles. No sólo es una constancia inválida del saber supuesto: su impacto en el sistema, en las instituciones y para cada profesor es muy fuerte. Ya se vende en las papelerías, algunos profesores solicitan a los alumnos más atrasados en recordar lo innecesario que ese día falten por la varicela y se dedica tiempo escolar a “estudiar la prueba ENLACE”.

La evaluación es vital. Contrahecha conduce al fraude, la gesticulación y demora la reforma, de fondo y paulatina, de la educación. ¿Certificados huecos o información oportuna y confiable para advertir carencias y posibilidades en los procesos educativos? Dicen que es mejor evaluar (aunque sea mal) que no hacerlo. Falso: la mala evaluación daña tanto como su ausencia.




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