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Manuel Gil Antón

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Educación: metas chiquitas; esfuerzos poquitos

Gil-Antón, Manuel. (diciembre 03, 2011). Educación: metas chiquitas; esfuerzos poquitos. El Universal. Recuperado de: elprofegil.wordpress. https://elprofegil.wordpress.com/articulosperiodicos/ 2011-12-03

No lo dice el amigo de un amigo. Ahí estaba el escribidor de estas cuartillas. Me tocó verlo: doy fe. En aquella reunión, organizada por la Secretaría de Hacienda, una experta de la Comisión Económica para América Latina, Cepal, “enseñaba” a los funcionarios de la educación pública cómo proponer metas, pues se emplearía una nueva forma para la planeación de las políticas sociales. Anunciaron uno de los retos a alcanzar: de los 20 estados de la república cuya cobertura en educación superior en 2006 era menor al 20%, rebasarían este límite, al finalizar este sexenio, por lo menos 12.

La asesora escuchó la propuesta y, aunque usted no lo crea, les dijo: “Cuidado. No les conviene. Si se ponen retos así de grandes quizá no los puedan cumplir; es mejor estipular, por ejemplo, que el propósito es que tres entidades rebasen el 20%. De este modo, seguro cumplen; pero si logran seis habrán duplicado el logro y no se diga si llegan a nueve o a las 12 que creen posible haciendo esfuerzo habrán roto el récord mundial en el rebase de los propósitos. A todos les conviene, dijo: la SEP quedará muy bien evaluada. La secretaría, y no se diga el Presidente, informará, oronda, que ha habido avances sin precedentes. No se arriesguen. Prometan menos y al cumplir más serán merecedores de la luz verde en el semáforo de la planeación estratégica”.

Menudo llamado a la mediocridad. Sin vergüenza alguna se sugirió a los funcionarios poner objetivos triviales en su programa para que al conseguirlos, y con creces, quedaran bien calificados. Como buenos alumnos. ¿El país? ¿Los jóvenes de carne y hueso? A quién le importan. ¡Pero qué lista es usted!

Fue muy triste, confieso, ser testigo de que los señores del traje gris de la subsecretaría, sonriendo ante el ardid, modificaron, pese a su primer planteamiento, el verdadero reto por la simulación sin mayor problema. Redujeron el número de entidades que mejorarían su cobertura, de tal manera que ahora se presume —en el V Informe presidencial lo destaca el titular del Ejecutivo— que el propósito fue no sólo cumplido sino superado y por mucho. Aplausos burocráticos. Pena ajena. ¿Mérito? Ninguno. Mediocridad a pasto.

Otro caso: si revisamos el Programa Sectorial, la primera meta es lograr, en el 2012, una cifra absolutamente inocua: pasar de 425 puntos en la sección de lectura del examen de PISA a 435. De nuevo metas pequeñas para cumplirlas con creces. En tiempos idos, el anuncio de ventas a crédito de la tienda Lerdo Chiquito era: “abonos chiquitos para pagar poquito”, así decía. No es exacto el símil, decía Renato Leduc, pero da la idea: tenemos el peor Programa Sectorial de la historia y se han declarado dizque metas establecidas por verdaderos lerdos, con horizontes más cercanos que una cuadra. Es interesante, estimado lector, ver la definición de lerdo en un diccionario. Es exacta.

Todo esto viene a cuento pues Mexicanos Primero ha dado a conocer su reporte anual: Metas. Sus esfuerzos precedentes son Contra la Pared (2009) y Brechas (2010). Se pueden consultar en http://www.mexicanosprimero.org. Uno de sus ejes es que, dado que el gobierno se propone metas insulsas en educación, toca a los ciudadanos establecer objetivos a lograr en serio. Retos de verdad, no triunfos aparentes sobre bases banales. La diferencia es clara: entre 2006 y 2012 el segundo gobierno del cambio se propuso avanzar 10 puntos en el promedio nacional en el rubro de lectura del examen PISA. Esta asociación civil nos propone lograr, entre 2012 y 2024, 525 puntos, esto es, alcanzar el promedio de la OCDE. Es importante considerarlo, pues el antídoto a las autoridades poquiteras es una ciudadanía organizada y ambiciosa, comprometida con el cambio.

Por otro lado, y de la mayor importancia, es el esfuerzo de la Coalición Mexicana por la Educación. Va y le habla al Senado para lograr cambios que hagan posibles rumbos en serio, no de burocracia de medio pelo. Si el Legislativo es más lento que una tortuga para corregir las leyes, es tiempo de nosotros. Su lema es impecable: no avanzaremos sin acabar con la complicidad entre las autoridades y la mafia sindical. Y nos toca a nosotros que esa ruin asociación no se establezca o cambie según alianzas políticas: el yerno está y luego se va. ¿Balance educativo? No. Vil conveniencia. Hasta pronto, ¿senador?

Para ello ambas entidades, además de otras, han reivindicado el papel del magisterio como parte de la ciudadanía. Son socios en el esfuerzo, y es preciso distinguir a los profesores de la estructura sindical. No son lo mismo y el magisterio no es uniforme ni mayoritariamente vago y desinteresado. Todo lo contrario. Lo penoso es que haya, por parte de algunos intelectuales que nunca han pisado una escuela sin piso firme, posiciones que confunden esto, desprecian de manera grosera —clasista y simplificadora— a los profesores, afirmando que todos venden plazas, toman casetas, bloquean carreteras. Las hay, y se dicen progresistas. Metas ciudadanas, iniciativas de cambio de ley, asociación con lo mejor del magisterio: pagar lo necesario para abonar al futuro.




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