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Manuel Gil Antón

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Otra vez las jacarandas

Gil-Antón, Manuel. (marzo 11, 2011). Otra vez las jacarandas. El Universal. http://archivo.eluniversal.com.mx/editoriales/51990.html 2011-03-11

Tercas. Porfiadas. Sin remedio ni voluntad por su belleza. Puntuales unas, rejegas otras o un poco apresuradas en alguna zona de la ciudad. Maravilla, pues la vida sigue pujando a pesar de los estragos que hemos hecho con tres de los cuatro elementos: la tierra, el agua y el aire. Porque se les da la regalada gana. Ahí están: como cada año, floreciendo, las jacarandas.

Cuando aparecen, al darle a las calles tapetes y a la mirada desde un edificio mares, junto a la alegría de vivir donde se plantan, inicia otro brote, menos visible pero similar de esperanza y expectativa para cientos de miles de muchachos en la ciudad y el país: se anuncian los exámenes de ingreso para el bachillerato y un buen número de universidades.

El domingo 16 de enero, como hace ya 15 años, se publicó la convocatoria al concurso de ingreso a la educación media superior en la zona metropolitana de la ciudad de México. En miles de casas, donde la cocina nos reúne, se junta la familia para hacer planes. No hay que olvidar el día y lugar en que entregan los materiales para estudiar. Va por apellidos. Tampoco cuándo toca inscribirse y llevar el comprobante del banco por 290 pesos y los demás papeles. Por cierto, la cuota para el material y los costos del examen significa casi cinco salarios mínimos diarios. Centavos, sin duda, si se ganan pesos de Cordero cuyo valor de cambio es asombroso. Si toca en suerte ganar pesos normales, ya deja de ser poco para muchos. Aunque, pensándolo bien, la cantidad es irrelevante, pues los que “hacen un enorme esfuerzo para sacar adelante a los suyos” no le entran a este concurso: son sólo las impresentables y sucias escuelas públicas, no las privadas que a juicio del Presidente son buenas y signo inequívoco de querer superarse. Para esos sectores, 290 pesos se los echan en un sábado cualquiera yendo al cine.

Cuando las jacarandas se encienden, esperanzados en la educación, los estudiantes de tercero de secundaria hacen sus cálculos. ¿Cuál será mi primera opción? ¿Me alcanzarán los puntos para poner primero a la prepa 6 o mejor le tiro a Bachilleres 4? A ras del suelo, en donde se vive el México de verdad que combina la reflexión entre el precio de los jitomates y limones con los gastos del examen, se abre otra alternativa. ¿Y qué tal, pa, sí me puedes ayudar para ir a una escuela donde enseñen a responder bien las preguntas? Como en otros campos educativos, se ha generado un mercado de servicios especializados para (dizque) pasar el examen sin ninguna regulación por parte de la autoridad. Es una vergüenza. Si hasta ya están poniendo en duda a los tenis para hacerse flaco. “De que entras, entras…”. Es el anuncio de algunas “escuelas” que preparan para la opción múltiple. Como se decía antes, “su completa satisfacción o la devolución de su dinero”. Un negocio de estos, CUPRA, si te inscribías antes del 15 de febrero, por un curso de seis semanas y tres horas diarias, como oferta, como promoción, te cobraba 1,850 pesos. Nada: 30 salarios mínimos diarios. Hay planteles en todos lados. Incluye en su anuncio una lista de jóvenes admitidos en sus primeras opciones el año pasado: con nombre y número de folio. Que no le digan, que no le cuenten… porque a lo mejor le mienten.

¿Y si le invertimos más lana? Como si fuera Dios, el Colegio Nacional de Matemáticas (Conamat) prepara para el examen con un lema que no tiene desperdicio: “Te Iluminamos”. Curso de 100 horas, pero con más garantía: “se aplica examen de simulación al finalizar el curso”. Y otro plus, como en el caso de las planchas: “Garantía: si no fueras aceptado en tus primeras 5 opciones te devolvemos tu dinero, si cumples con tres requisitos. No tener retardos, No faltar a clases y Cumplir con tareas aprobadas. Aplican restricciones” (las mayúsculas que siguen a las comas son creatividad iluminada del Conamat). ¿No sería bueno que incluyeran la frase de come frutas y verduras? Son Estudios sin Reconocimiento de Validez Oficial, con 25 sedes en la ciudad, e incluso 12 en otras entidades. Pero eso no es todo: el curso incluye guía de estudio y ¡lo nuevo!, taller de habilidades lectoras y exámenes en línea. Y por solo 3 mil 650 pesos. No son mala gente, pues otorgan 20% de descuento en pago total; 30% para empresas afiliadas (?) y 25% en el caso de madres solteras. “Ese parece ser más bueno, ¿no lo crees?”, dice el padre de Lucía. “Déjame hacer cuentas y te digo” (el costo es equivalente a 62 salarios mínimos diarios, dos salarios mínimos mensuales). Hasta las familias con las que sueña el secretario de Hacienda tendrían que desembolsar, en un solo pago, más de la mitad de sus holgados 6 mil pesos. Si fracasan en su opción por la educación privada, y tienen que recurrir a la pública por si las dudas, les alcanza bien.

Por cierto, ¿por qué no habrá algún control de parte de la SEP a estos negocios? Quizá, como no requieren validez oficial, los deba regular la Procuraduría Federal del Consumidor. Para como está el país, no sería raro. Las expectativas son una mercancía, no un horizonte que orienta la vida.

Lleve, lleve. La esperanza, además de virtud católica, es un aliciente social muy fuerte. Brota como las jacarandas cada año, y reitera en las cocinas: “Yo no te puedo dejar de herencia nada material, pero con educación serás alguien en la vida. Aquí está el dinero, vendí las vacaciones. No me vayas a fallar”. El 25 y 26 de junio será el examen. El 29 de julio estarán los resultados. En los puestos de periódicos habrá muchos revisando su número de folio como los que compran lotería: cotejando su número con los aceptados en su ilusión. El asunto es de cupo —no hay lugares suficientes en las opciones más atractivas—, pero si no se consigue entrar a ellas, la conclusión será: reprobé. Me fallaste. Yo, que tanto me esfuerzo… Para julio, las jacarandas ya no tendrán flores. Andará lloviendo. Ahora florece la esperanza. Luego vendrán los aguaceros. Y los trancazos por fracasar.




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