Un aumento drástico en el costo del internet móvil en Cuba ha desatado las primeras protestas estudiantiles en la isla desde la Revolución de 1959. El tarifazo fue la gota que derramó el vaso. El país enfrenta su peor crisis económica en más de 30 años, con escasez crónica de comida y productos básicos, además de frecuentes apagones eléctricos de hasta 22 horas. Eso sin hablar de las fuertes restricciones a la libertad de expresión y de asamblea. Pero fue el llamado tarifazo lo que logró unir a los estudiantes en una causa común: la defensa del acceso a Internet.
El pasado 30 de mayo, la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba, S.A. (Etecsa) anunció un alza en sus tarifas, con efecto inmediato. La noticia desató indignación en la isla, donde apenas en 2018 hubo acceso a Internet. En menos de una década, el número de usuarios del servicio móvil se disparó a 7.5 millones, en una población de 11 millones, según Reuters. El servicio se ha convertido en una forma de comunicación indispensable y una vía de acceso al mundo exterior. A los estudiantes, en particular, les ha permitido realizar consultas, comunicarse con sus pares y con tutores en el extranjero, así como cursar materias y carreras en línea; es decir, unirse al mundo moderno.
El nuevo esquema de internet móvil podría cambiar todo eso al reducir el consumo en pesos a solo 6 GB al mes, muy por debajo del uso promedio. Cualquier recarga adicional debe pagarse en dólares, lo que limita el acceso a aquellas personas con familiares en Estados Unidos. Aunque el paquete básico cuesta 360 pesos cubanos (CUP), equivalente a unos quince dólares estadounidenses, el costo del paquete de recargas más económico de 3 GB asciende a 3 mil 360 CUP ($ 140 USD). Si se toma en cuenta que el sueldo promedio de los cubanos es de 5 mil 700 pesos mensuales (unos $ 237 USD), las nuevas tarifas están fuera del alcance de la mayoría de la población.
En respuesta, el 4 de junio, la Facultad de Matemáticas y Computación de la Universidad de La Habana organizó el primer paro estudiantil, que después se extendió a por lo menos 25 facultades en toda la isla, según El País. Las primeras protestas contra el tarifazo fueron convocadas por la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), agrupación típicamente afín al régimen. No obstante, la decisión repentina del monopolio estatal de alzar los precios de internet tocó un nervio particularmente sensible. La FEU de cinco facultades de la Universidad de La Habana denunció, en un comunicado en Facebook, que estas medidas “limitan de manera significativa el acceso a internet para la población estudiantil y el conjunto de la ciudadanía”. Los alumnos de la Facultad de Comunicación y Letras de la Universidad de Holguín, por su parte, manifestaron que las medidas “profundizan la desigualdad y asfixian económicamente a la comunidad universitaria y al pueblo cubano”.
Los estudiantes están haciendo “la revolución dentro de la revolución, recuperando […] el discurso originario de una revolución que se ha militarizado y se ha hecho conservadora”, según un veterano activista citado por la agencia AFP.
Por su parte, los líderes del movimiento fueron cautelosos al decir que no buscan derrocar al régimen. “No nos oponemos al gobierno ni a la Revolución, sino a políticas específicas que traicionan sus ideales”, destacó un manifiesto estudiantil de varias facultades de la Universidad de La Habana.
La represión gubernamental
El gobierno de Miguel Díaz-Canel ha culpado al bloqueo económico de Estados Unidos, el cual ha limitado la capacidad del régimen de proveer servicios básicos a la población. Insiste en que el aumento a las tarifas es necesario para evitar el “colapso tecnológico” y el “desplome inminente” del sistema de telecomunicaciones del país, según Infobae.
En paralelo, su gobierno ha buscado aplacar las protestas a través de una campaña de intimidación en las universidades. Agentes vestidos de civiles se presentaron en los campus de la Universidad Tecnológica de La Habana, José Antonio Echeverría y la Universidad Central Marta Abreu de las Villas, e interrogaron a varios estudiantes, según un post del Observatorio de Libertad Académica, publicado en su página de Facebook. En un video de la Facultad de Ciencias Médicas de Bayamo, se escucha a una estudiante reclamando al rector haber permitido la entrada de las fuerzas de seguridad. Inclusive, los estudiantes han denunciado que agentes de seguridad los visitan en sus casas y amenazan con expulsarlos de la universidad, e incluso con prisión, según videos de foros estudiantiles en distintas universidades.
Las fuerzas de seguridad también han presionado a los estudiantes para disculparse en redes sociales, según el periodista exiliado Mario J. Pentón, quien cuenta con millones de seguidores en Internet. “En ningún momento quise alentar a nadie a que hicieran ninguna protesta o se reunieran para hacerla […], en ningún momento tuve la intención de insentivar [sic] a nadie a hacer actos en contra de nuestra universidad”, escribió un estudiante en un post, reposteado por Pentón, en su página de Facebook. “Estoy muy arrepentido de mis palabras y mensajes”, agregó el estudiante, cuyo nombre no se divulgó.
Por su parte, los administradores universitarios se han mostrado divididos antes los paros estudiantiles. En la Universidad de la Provincia, el rector ha llamado a “no reprimir al alumnado”, y la decana de la Facultad de Ciencias Sociales, en Holguín, ha advertido a los alumnos becarios sobre las consecuencias que podría tener sumarse a un paro, según el medio independiente 14ymedio. La Universidad de La Habana emitió un comunicado instando a los alumnos a no interrumpir las actividades académicas, mientras que los profesores de la Facultad de Sociología se manifestaron en solidaridad con las protestas.
También existen fuertes divisiones dentro del movimiento estudiantil. La Facultad de Matemática y Computación suspendió su paro el 9 de junio, para esperar los resultados de una comisión de diálogo convocada por el gobierno. Mientras tanto, el paro sigue en, por lo menos, otra decena de facultades en todo el país.
El contexto de la crisis
El último movimiento estudiantil en la isla surgió hace más de 70 años, previo a la Revolución. El propio Fidel Castro comenzó su lucha como líder estudiantil en la Universidad de la Habana, cuna de protestas y de entrenamiento armado contra la dictadura de Fulgencio Bautista (1952-1959). Sin embargo, una vez en el poder, Castro cooptó la oposición dentro de las universidades a través de la FEU, que ha operado como “brazo derecho del régimen”, por lo menos hasta ahora.
Ese control empezó a tambalearse en julio de 2021, a raíz de la pandemia de Covid-19. En ese contexto surgieron protestas masivas en toda la isla en contra del manejo del gobierno de la crisis sanitaria, además de la escasez y racionamiento de alimentos y medicamentos, y las restricciones a la libertad de expresión. Esa vez, el gobierno logró aplastar las manifestaciones en tan solo seis días, a través de las detenciones de más de mil 400 personas, muchas de las cuales siguen presas, según grupos activistas de derechos humanos.
Sin embargo, la situación económica se ha vuelto cada vez más crítica. El gobierno ha respondido a la crisis con una creciente dolarización del país, lo que ha recrudecido los niveles de desigualdad. Entre 2018 y 2023, la inflación aumentó 190 % y, en el caso de los alimentos, alcanzó 470 %, según el Centro de Estudios de Economía de la Universidad de La Habana.
“Se está acabando el tiempo”
En ese contexto, el acceso a Internet ha sido una válvula de escape, aunque también ha alentado la oposición al régimen, al permitir el intercambio de noticias en tiempo real. El 9 de junio, La Joven Cuba, medio afín al régimen, publicó una nota editorial sobre el creciente malestar de la sociedad. “Se está acabando el tiempo para manejar la crisis cubana que puede definir el destino del país —afirmó—. Las reacciones ante el tarifazo de Etecsa lo demuestran, primero, porque no se trata solo de esta acción, sino de la acumulación de malestares, y segundo, porque el momento demanda del gobierno una altura política que hasta ahora no ha demostrado”.
Hasta ahora, el gobierno ha actuado en dos frentes: convocando al diálogo entre la Etecsa y la FEU y, por otro lado, reprimiendo el movimiento estudiantil. Ambas estrategias parecen destinadas al fracaso, si no se atienden las causas estructurales detrás de las múltiples crisis que acechan al país.