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Humberto Muñoz García

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Universidad para un nuevo curso del desarrollo

Muñoz-García, H. (diciembre 02, 2021). Universidad para un nuevo curso del desarrollo. Suplemento Campus Milenio. 2021-12-02

Es imperativo que las casas de estudio evolucionen para atender las necesidades del entorno

A la entrada del tercer decenio del Siglo XXI hay una suerte de condensación histórica en el país, en la que confluyen problemas sociales que vienen de tiempo atrás, con otros que se han agravado por la pandemia, que todavía sigue.

1.Durante la crisis de la deuda externa, en los años ochenta del Siglo pasado, cobró impulso la instauración de un modelo de desarrollo en el que ganó predominancia el mercado en el orden social y en la conducción de las políticas de crecimiento económico. El Estado limitó sus capacidades de intervención, envuelto y presionado por poderes fácticos y grupos con intereses particulares.

Los cambios estructurales en el país no fueron seguidos por otros en la organización y funcionamiento del gobierno de la República, que ha permanecido casi igual en el tiempo. El gobierno de la 4T ha intentado darle un vuelco al modelo neoliberal para que el Estado encauce el crecimiento de la economía y tome las decisiones políticas para la conducción de lo económico.

Pero, hasta ahora, la acción gubernamental no ha conseguido implantar soluciones a la problemática nacional de fondo. En este marco, hay partidos y grupos empresariales que se oponen a las medidas que toma el gobierno. Y este último ha respondido con un discurso que estimula la polaridad social y el razonamiento binario. Hay pérdida de identidad, desconfianza e incertidumbre.

2.La disputa “entre conservadores y liberales”, se está dando en una estructura de clases que, igualmente, tiende a la polarización. Existe una muy pequeña porción poblacional que concentra más de un tercio de la riqueza nacional. En este grupo, la mayor parte de sus miembros tiene algún nivel de educación superior.

Igualmente, hay una proporción de las clases medias que son profesionistas, que han podido sobrevivir hasta ahora, mientras que la otra fracción de este conglomerado se ha estado desplazando hacia los sectores que viven en pobreza.

Los pobres son el mayor conjunto en la sociedad, una fracción de los cuales no recibe ingresos suficientes para alimentarse. Y, quien nace en el quintil más bajo de ingresos casi no tiene oportunidad de llegar al quintil de los más ricos.

La educación superior, que ha sido un medio para la movilidad social ascendente, ha perdido eficacia. El inmovilismo muestra que no hay igualdad de oportunidades. Los jóvenes de los sectores sociales más pobres, que llegan a la universidad, son una muy pequeña minoría que, con una profesión, aspiran a ascender y sentirse desclasados.

3.La posibilidad de instrumentar un nuevo curso del desarrollo, con iniciativas del gobierno, todavía no existe en el escenario donde se disputa el poder político para tener capacidad de mando y abrir un mejor futuro a las nuevas generaciones. La política para la educación superior requiere de la visión de Estado que impulse un nuevo modelo de desarrollo.

Las estrategias económicas que persiguen el cambio de modelo todavía no dan resultados que modifiquen la estructura de clases para volverla algo más fluido, más justo y más acorde a los tiempos de la sociedad del conocimiento, la información y el riesgo. Por lo pronto, los jóvenes de hogares con bajos ingresos deberían tener una mayor presencia en las universidades públicas estatales.

4.En el escenario de la disputa se están tomando las decisiones educativas. Sobre cobertura, gratuidad y financiamiento, Pero, ¿Qué cambios institucionales serían de esperar? Es imperativo generar una nueva oferta educativa atendiendo muy claramente a las necesidades del entorno. Desde luego, la oferta deberá tener en cuenta la estructura ocupacional y lo que pueda ocurrir con ella, próximamente, después de la pandemia. Habrá que revisar al alza los salarios de los profesionistas conforme a su mayor especialización y mejor desempeño, según el avance y aplicación de la tecnología en los sectores de la economía.

La enseñanza universitaria debe combinar el esfuerzo individual con el trabajo colectivo, aprender a aprender, a lo largo de toda la vida. Implantar una enseñanza más flexible, con profesores que orienten la trayectoria de los estudiantes. Y buscar cómo incorporar la investigación, y sus resultados, a la docencia. Será necesario hacer cambios académicos para ir enfrentando de manera eficaz demandas y necesidades sociales emergentes en colaboración con los órganos oficiales encargados de atenderlos.

5.Habrá que establecer nuevos métodos de evaluación que tengan en cuenta el contexto institucional de los académicos. Destruir el individualismo, que se encuentra detrás de la falta de solidaridad, colaboración y ética académica. Hacer un esfuerzo serio para eliminar el burocratismo en las universidades, atender los problemas de genero, revisar el papel de los sindicatos, y la ineficiencia de la gobernanza, entre otros.

6.En las universidades, será prioritario que los cambios en la organización de la academia sigan teniendo a los cuerpos colegiados como espacios de debate, con representantes de los académicos electos por sus comunidades, tal que se reconozca la representatividad y autoridad de los órganos colegiados. Una menor centralización administrativa y una mayor coordinación política del campus le darán fuerza al cambio institucional, que tal vez tenga que procesarse junto con los cambios políticos nacionales.




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