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Humberto Muñoz García

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Relaciones Gobierno-Universidad Nacional

Muñoz-García, H. (febrero 02, 2023). La universidad ante los desafíos actuales. Suplemento Campus Milenio. Núm. 983. 2023-02-02

A lo largo de la historia, la Universidad Nacional Autónoma de México ha tenido relaciones complejas con los gobiernos del país, unas veces de respeto mutuo y otras cargadas de tensión y conflicto. La disputa por el país, en varias coyunturas, ha tenido lugar en la UNAM (Ordorika).

Los gobiernos de la República han agredido a la Universidad cerrándola o limitándole los recursos. También, a través del discurso político. Algunos datos ilustran el punto. Molina y Rosas consignan que la Universidad de México fue cerrada por los liberales en 1833. Abrió un año después. El gobierno de Comonfort logró cerrarla en 1857. Abrió de nuevo y, en 1861, Benito Juárez le volvió a echar llave a la puerta. Suponía que lo que se enseñaba estimulaba el retroceso del país, que la Universidad estaba vinculada a los conservadores de entonces. Con la intervención francesa, la Universidad de México volvió a funcionar. Maximiliano la mando a cerrar definitivamente en 1865 porque la Universidad carecía de sentido (Molina y Rosas pp.169/170).

En los años 80 del Siglo XIX, Justo Sierra comenzó a fraguar un proyecto de nueva Universidad y consiguió que ésta se abriera en 1910 (Dominguez). Después, la lucha de los estudiantes, en 1929, terminó con la concesión de la autonomía a la Universidad. Ya en pleno Siglo XX, encontramos que la UNAM jugó un papel de la mayor importancia para impulsar el milagro mexicano. El movimiento estudiantil de 1968 se reprimió; el gobierno de Díaz Ordaz no vió otra forma de detenerlo. Las “fuerzas del orden” entraron a la Universidad, acto que se repitió en 1977 y después en el año 2000, a raíz de las luchas de académicos y estudiantes por mejores condiciones institucionales.

En lo que va de este Siglo XXI, el gobierno actual (2018-2024) ha seguido un enfoque políticamente ofensivo contra la UNAM. Le disgusta la lógica y los valores académicos, que se produzcan los fundamentos del saber que se ligan al poder. La Universidad molesta al gobierno actual, cuando debería ser lo contrario. La actitud contra la UNAM la sentimos adversa a la ética, valores y objetivos que persigue la Universidad y sus autoridades. Contraria a las necesidades sociales de hoy.

Se esperaba de este gobierno un cambio sustantivo en educación superior. Y lo ha habido. El discurso del ejecutivo sobre la Universidad Nacional está creando un mal ambiente por la acometida verbal contra autoridades y comunidades universitarias. Y la embestida no es sólo por la discusión del plagio de una tesis de Derecho. Hay otras acciones del gobierno contra instituciones académicas, como en el caso del CIDE. La fobia contra la autonomía se recibe en los congresos locales como una línea política posible para intentar el cambio de las actuales leyes orgánicas de las universidades estatales. De hecho, lo que ocurre con la Unison va en este sentido. El intento de cercenar la autonomía puede pasar a la historia como una marca de este régimen.

La autonomía guarda una relación directa con la libertad de cátedra e investigación, una vida plural esencial en la academia. Con la llegada de este gobierno había entusiasmo: se suponía que se iba a ampliar el espacio público, significando reforzar la confianza de la sociedad en sus universidades públicas y el apoyo para aumentar su prestigio nacional e internacional. Sin embargo, las expectativas no se han cumplido. La “transformación” se ha quedado muy corta y ha hecho perder impulsos que pudieron ser importantes para cambiar el país.

Estoy absolutamente convencido de que México podrá salir mejor librado de las crisis que se viven, de los efectos que dejó la pandemia, si cuenta con buenas universidades públicas, que en efecto las hay. Difícil sería promover un desarrollo que tienda a reducir la desigualdad sin el concurso de un conocimiento científico riguroso y sin recursos humanos de alto nivel. Muy difícil será entrar a lo que viene en el mundo sin contar con universidades reconocidas internacionalmente por sus aportes y su compromiso social. Por ello, es incomprensible e inaceptable el discurso negativo contra las instituciones académicas, y en particular contra la UNAM. México no se entiende sin la UNAM (C. Fuentes).

Hoy nos sentimos agraviados por lo que ha dicho el Presidente sobre el rector de la UNAM. Barros Sierra nos dejó el ejemplo de luchar juntos. Se trata de impedir que el gobierno influya sobre la vida académica, y el cambio de autoridades, en las instituciones universitarias públicas y autónomas.

La UNAM produce la mayor proporción del conocimiento científico en México y genera resultados que se relacionan con la conducción de la sociedad. Y eso se vincula con el bienestar colectivo y con el sostenimiento del orden político. Es mucho mejor que el Estado, el gobierno y la universidad preserven sus espacios institucionales en un ambiente de colaboración fructífera en beneficio de la sociedad. Las generaciones futuras lo agradecerán. En la historia venidera la UNAM saldrá adelante.




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