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Humberto Muñoz García

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Pensar en el cambio de la universidad

Muñoz-García, H. (febrero 16, 2023). Pensar en el cambio de la universidad. Suplemento Campus Milenio. Núm. 985. 2023-02-16

Vivimos un momento crítico en la sociedad, al que me he referido en varios artículos publicados en Campus. En los últimos lustros, la ciencia y la formación de profesionistas y académicos han sido conducidas a partir de una articulación entre el mercado y el Estado, propiciada por la globalización, que enfatizó el comercio de los productos académicos, la evaluación cuantitativa del trabajo y una producción de conocimiento individualizada. El trabajo académico entró en un régimen que se ha denominado becarización (Suárez), mediante el cual se redondean los ingresos por sueldos y salarios que reciben investigadores y profesores.

Ganar méritos y la ideología de la competencia se impusieron en la vida cotidiana de los académicos. La tiranía del mérito (Sandel), publicar o perecer, recibir prestigio y estatus en varias escalas de clasificación, se volvió parte de la carrera académica e implicó la individualización para realizar las funciones universitarias. Ha sido un régimen de trabajo y convivencia que, desde un punto de vista histórico-estructural, debilitó a las instituciones (Suarez y Muñoz) y su capacidad de participar en la esfera pública, donde tienen el papel de influir sobre la dinámica social. Se agregó la pandemia, el confinamiento y las tecnologías de la comunicación, que afectaron el modo de operar del personal académico y de las instituciones. Las universidades permanecieron cerradas un tiempo.

Para salir de la crisis, y de los efectos de la pandemia, se requiere de universidades públicas renovadas, muy activas, para que la articulación de las mismas a las necesidades sociales, económicas, políticas y culturales, ocurra en apoyo a un nuevo modelo para el desarrollo, en el que la universidad brinde respuestas a las demandas emergentes de la sociedad, que a su vez sirvan de impulso al cambio universitario.

En los últimos cuatro decenios hubo debate sobre la universidad en todo el mundo. A partir de asomarnos y recuperar parte del mismo, hoy es indispensable repensar el cambio de la universidad pública, abrir la discusión con autoridades, cuerpos colegiados y comunidades disciplinarias, dialogar sobre qué cambios se requieren hacer a la organización institucional que renueven a la universidad. Que le permitan pasar a un estadio más apropiado, a nuevas condiciones de trabajo, con estructuras y prácticas que estimulen la existencia de múltiples formas cognitivas de la realidad, mediante la suma e intersección disciplinarias, en proyectos colectivos. Que hagan avanzar el conocimiento científico, por un lado, y brinden respuestas racionales a los problemas grandes y pequeños del país, por el otro, a partir de proyectos colectivos, sancionados por órganos académicos plenamente reconocidos.

La creación de núcleos, seminarios, laboratorios, redes, etcétera, y otras agrupaciones flexibles en las que sus miembros realicen todas las funciones universitarias, es un camino que se puede explorar. Lo mismo que pasar de la evaluación de personas a la de instituciones, bajo el principio de que las condiciones de trabajo que brindan éstas últimas tienen un gran peso en la producción, transmisión e innovación del conocimiento, que lleva a cabo el personal académico.

Las universidades públicas en el país forman parte de un subsistema del conjunto de educación superior. Este subsistema es muy heterogéneo en sus capacidades para producir conocimiento, vinculadas al subsidio que reciben. Hay una decena de universidades que destacan por sus trabajos y recursos, de ahí que puede sugerirse que en el cambio institucional de las universidades se tenga en cuenta la posibilidad de interconexión institucional de tal manera que las universidades más avanzadas hagan proyectos docentes y de investigación con las menos avanzadas, y que la cooperación sirva al desarrollo institucional y a elevar intelectualmente a la academia. Afianzar el posgrado y la generación de conocimiento. El intercambio de personal académico es una medida esencial que debe facilitarse.

A seguir, en el futuro próximo, es posible que se acentúen las presiones de cambio institucional desde fuera de México. El avance del conocimiento a escala internacional, que pasa por las universidades de investigación (Marginson y Ordorika), implica que las sociedades requieran de información rigurosa para casi todas las esferas de la vida. La dinámica de la ciencia y el conocimiento a nivel mundial es un factor clave que dinamiza la investigación en cada universidad, lo mismo que el avance y uso de tecnologías para investigar y enseñar.

La docencia híbrida y a distancia cobró peso desde la pandemia y actualmente abre la posibilidad de hacer discusiones y proyectos con académicos que residen en distintos puntos de la geografía. Aprovechar los avances tecnológicos para educar a más personas y para dar y recibir conocimiento de otras latitudes es algo que se tiene que contemplar en el cambio institucional de las universidades mexicanas.

Finalmente, la discusión del cambio tiene que tocar la administración, las relaciones entre autoridades y comunidades, los mecanismos de representación en los órganos de decisión, y muchas más cosas que refieren a las relaciones y prácticas del poder universitario. Pero esto apenas comienza.




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