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Humberto Muñoz García

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La coyuntura del país y la universidad

Muñoz-García, H. (mayo 04, 2023). La coyuntura del país y la universidad. Suplemento Campus Milenio. Núm. 995. 2023-05-04

De acuerdo con algunos estudiosos del escenario mundial existen tendencias que hacen suponer el fin de la globalización (e.g. Pozzi y Nigra). Ha aparecido un nuevo nacionalismo: guerras comerciales, guerras armadas entre naciones, también guerras digitales. Se ha llegado al término de acuerdos internacionales que unificaban los mercados, amenazas de impuestos a la transferencia de algunos productos, proteccionismo y rechazo a las migraciones internacionales.

En suma, la dinámica mundial muestra que hay exclusión social, polarización, inseguridad y desconfianza en las instituciones. Hay, además, manifestaciones a favor de la paz y una mayor intensidad y ampliación de las luchas por la equidad de género y la dignidad, el acceso a la educación superior. Pero, queda la impresión de que la globalización y desglobalización han acarreado lo que Giddens llamó un mundo desbocado. Las significaciones imaginarias existentes no producen cohesión porque la sociedad parece estar a la deriva (Castoriadis).

La ubicación de México en el contexto internacional cobra, actualmente, una importancia mayúscula, cuando uno piensa en la vinculación de la economía del país con la de Estados Unidos. Hay grandes obras de infraestructura que se hacen, que favorecen la llegada de más capitales. Pero siguen existiendo asimetrías muy grandes entre los dos países que las universidades pueden minimizar sí juegan un papel activo en el Siglo actual. Hay varios procesos mundiales que han afectado al país recientemente, y a la educación superior, en particular.

En primer término, se encuentran las secuelas de la pandemia. Han obligado a nuestras casas de estudios a repensar sus funciones mediante el uso de tecnologías digitales, a modificar la práctica de la docencia y, con ello, las formas y los medios de enseñanza.

En segundo término, en el plano económico y demográfico, es prioritario formar docentes que preparen egresados que se ajusten a la dinámica de las fuerzas productivas futuras, por ejemplo, el nearshoring. Egresados que puedan encontrar en el país oportunidades de trabajo, que eviten la fuga de cerebros, de la que no se habla mucho, pero es una realidad.

En el país se vive, por ahora, una serie de problemas que esperan soluciones en el campo de la energía, de los recursos naturales y el medio ambiente, cuestiones laborales (informalidad predominando), las caravanas de migrantes hacia el norte, el narcotráfico y la violencia que se le asocia. En efecto, hay un intento de transformación, en especial en el campo político, que no logra cristalizar en una sociedad que tenga la confianza suficiente de lo que va a ocurrir en el futuro inmediato.

En tercer lugar, con el vecino país del norte, siguen existiendo problemas y tensiones. Dificultades asociadas a una diversidad de asuntos entre los que destacan los problemas sociales de la frontera, agravados por el asentamiento de migrantes, la laxitud de las aduanas con el tráfico de drogas y armas, los manejos de las inversiones, su localización, y un largo etcétera.

Las universidades públicas en el país, en estas condiciones coyunturales, descritas muy brevemente, tendrán que distanciarse, de los enfoques economicistas que las sujetaron a la predominancia del mercado y sus criterios normativos.

Actualmente, las universidades merecen apoyos. ¿Cómo? Con políticas que fortalezcan la academia, que estimulen la existencia de redes, proyectos colectivos, mecanismos que permitan la apertura del tiempo de trabajo para que los docentes puedan darle atención personal a los estudiantes, que eviten que los académicos estén escribiendo sin parar para no perecer; que publiquen sólo aquello que se consideren nuevas contribuciones a ser leídas por los colegas, para luego comunicarlas a la sociedad. Políticas que unan esfuerzos para enlazar cursos, compartir experiencias, que los académicos se comuniquen en reuniones presenciales de tiempo en tiempo. Fundamental que compartan el progreso tecnológico, nuevas metodologías para la investigación, que se comenten por las vías electrónicas, igual que el conocimiento relacionado con áreas estratégicas para el crecimiento económico y el enriquecimiento social.

Hoy, el país en el contexto mundial necesita más investigación científica, social y humanista propia y orientada a proponer, a dar sugerencias, tendientes a resolver los grandes problemas nacionales, y locales, en el contexto del movimiento internacional. Con conocimiento, salido de la academia, será menos difícil impulsar a la sociedad para que se instaure un nuevo modelo de desarrollo, con menor concentración de la riqueza y mayor equidad. Debe servir, asimismo, para orientar la gobernanza y conducir hacia un Estado democrático de amplia participación social.

Reflexionemos. Pegados al país que tiene varias de las mejores universidades del mundo, no es posible caer en la dependencia científica. Para participar realmente como socio de los norteamericanos, en condiciones más equitativas, hay que impulsar a las universidades públicas que han desarrollado sus aparatos de producción del conocimiento, mientras que otras los construyen. De no hacerlo quedaremos expuestos a la subordinación ideológica, política y económica. No hay mucho hacia donde hacerse. Mantener vigentes el Estado y la soberanía nacional pasa por la producción propia de conocimiento científico, quiere decir por las universidades públicas. Un algoritmo político novedoso.




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