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Humberto Muñoz García

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La UNAM: reflexiones sobre el cambio institucional

Muñoz-García, H. (julio 06, 2023). La UNAM: reflexiones sobre el cambio institucional. Suplemento Campus Milenio. Núm. 1004. 2023-07-06

La Universidad Nacional ha tenido la capacidad de cambiar por la vía de una buena cantidad de asuntos de orden académico. Los avances de las humanidades y las ciencias, la proliferación del conocimiento, la atención a la demanda educativa, la diversificación y la diferenciación de sus funciones, nuevos modos de producir y transmitir conocimiento, el desarrollo del posgrado, la vinculación de la docencia y la investigación, la interdisciplina, la creación de nuevos espacios para impulsar la academia, como los seminarios y programas universitarios, la presencia en los rankings internacionales, las escuelas y centros en el extranjero y la ocupación del territorio del país para ampliar las oportunidades de estudio y el uso del conocimiento con fines locales. La UNAM ha mostrado que es nacional, que le ha servido a la sociedad y al pueblo de México, que ha sido impulsora del desarrollo y constructora de Estado (Ordorika).

No puedo dejar de señalar la importancia que tuvieron los movimientos sociales de los trabajadores y los estudiantes de la UNAM para que se abrieran caminos a la transformación institucional en los setenta, ochenta y noventa del Siglo pasado. Actualmente, se pueden descubrir senderos para que la institución reflexione, delibere y dialogue hacia donde necesitamos dirigirnos, para servirle a México en este sSiglo lleno de complejidades, que van a estar afectando la marcha universitaria.

La huelga estudiantil de fin de siglo mantuvo cerrada la UNAM durante diez meses. Los siguientes tres sexenios gubernamentales (2000-2018) no fueron sensibles para entender la naturaleza de la UNAM. Y el contexto político de los últimos años ha servido, inclusive, para intentar romper nuestros símbolos de identidad y algunos valores.

Junto con pegado, la pandemia no consiguió parar la universidad, aunque sí obligó a cerrarla. Y así como estuvo sin habitantes, actuó y aceptó la perspectiva de género, ha podido salir de los problemas financieros y la institución ha quedado lista y en paz, para que se pueda dialogar sobre cómo se va a seguir construyendo futuro. Ese será un esfuerzo que ojalá realice y mantenga unida a la comunidad.

Otro elemento que ha contribuido notablemente al cambio es el desarrollo tecnológico, el cual ha provocado un gran impacto en la vida académica universitaria; la universidad ha seguido de cerca el proceso de globalización que ha favorecido la comunicación y reducido el tiempo y la distancia. Ha intervenido en la organización del trabajo, por la vía del home office, en el aislamiento y en el debilitamiento de las relaciones sociales. También, el acceso a las tecnologías ha tenido que ver con desigualdades entre naciones, universidades y personas. La conexión es clave para participar en las discusiones, en la toma de decisiones y en los foros universitarios en los que se dialoga y crítica el modelo de desarrollo nacional.

A seguir, en lo inmediato, viene un incremento de la demanda educativa de parte de las nuevas generaciones y de aquellas que salieron de la universidad y necesitan regresar para actualizar conocimiento. La UNAM requerirá adentrarse más en la incorporación de tecnologías de comunicación, diseñar nuevos modelos educativos que combinen lo presencial con lo remoto y en algunas áreas cursos mixtos, presenciales y a distancia, o virtuales en su totalidad. Felizmente, la CUAED viene avanzando en esta dirección, elabora software para ayudar a los educadores a crear cursos en línea de alta calidad y entornos de aprendizaje virtuales. El trabajo realizado por esta dependencia unamita ha sido crucial en estos años para que la máxima casa de estudios del país gane legitimidad en la comunidad académica y para el acercamiento de ésta con la sociedad. El compromiso social de la universidad va por delante con calidad y pertinencia.

La universidad requerirá hacer cambios a su organización y aumentar los foros para la discusión académica. Desde cualquier forma que se adopte, para enseñar o investigar, habrá que estimular el trabajo colectivo. Los participantes deberán tener acceso al conocimiento que se está generando en el mundo. Estar al día. Y se deberá tener mecanismos ágiles y eficaces para estar modificando los contenidos que deben estudiarse. Libertad de cátedra y redefinir la prioridad de la docencia en un régimen laboral de confianza que reduzca desigualdades entre los académicos. Que los profesores tengan las mejores condiciones posibles para formar personas que entren en una realidad social compleja y que la institución tenga capacidades para renovar la planta docente.

La conjunción de factores de cambio en la UNAM, durante las últimas tres o cuatro décadas, también provocó un cambio de subjetividades entre quienes hacen y están en la academia. Los cambios acentuaron la ideología de la competencia y la obtención de méritos, que han servido para justificar las desigualdades entre los académicos. Actualmente, sería deseable cambiar hacia una cultura del quehacer universitario a partir del ethos académico y la participación política comunitaria, fincada en la condición ciudadana y en el respeto razonado a las diferencias de enfoque en el análisis y en las perspectivas políticas. Se trata de ponernos de acuerdo, avanzar juntos y refrendar a la universidad como bien público.




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