Humberto Muñoz García

Las humanidades y las ciencias sociales en la UNAM son parte fundamental de su esencia, pero se requiere fortalecerlas. La investigación atiende a una enorme cantidad de proyectos sobre los grandes problemas nacionales, que esperan políticas para su solución.

La desigualdad económica, social, educativa, de salud, la digital, la urbana, la regional, etcétera, la discriminación, la anomia, los nuevos miedos y muchas otras cosas que ocurren en lo subjetivo, y que afectan el modo de vida, se experimentan cotidianamente en el país. A lo anterior se añade una violencia extrema, la necro máquina de la que habla Reguillo, y una juventud a la que le está resultando cada vez más difícil encontrar salidas de futuro.

A los humanistas y a los científicos sociales nos desafían los avances teóricos y metodológicos que ocurren rápidamente en el mundo, y estar al día es clave para la docencia y para enseñar lo que pasa en México. También, producir conocimiento pertinente que oriente salidas a los graves problemas nacionales, y para ello es necesario investigar cómo se están produciendo las relaciones y las acciones sociales en una sociedad como la nuestra, analizar cuáles son las tendencias del cambio, incluido el sistema de dominación. Cabe explicar la época en que vivimos, cuáles pueden ser nuestras opciones de transformación para superar el statu quo y qué papel va a jugar en ellas el desarrollo de las tecnologías. Cuestiones también fundamentales para la docencia.

La UNAM, como espacio racional y organizado del debate de la problemática nacional, podría convocar a un evento en el que se examinen y valoren los temas y problemas que son relevantes en el México de hoy. Lo hemos hecho en otras ocasiones (p.e. El Perfil de México, en 1980 ; La sociedad mexicana frente al tercer milenio) con muy buenos resultados. Tener un mapa de la cuestión social en México para contrastar agendas de investigación y proponer nuevas. Aprovechar los recursos intelectuales y científicos que existen en el subsistema de investigación humanística, a los que se suman los de la investigación científica, para escudriñar la complejidad actual de la fenomenología social del país.

Hoy, la investigación supone incentivar la investigación inter y multidisciplinaria, el trabajo colectivo. Producir resultados e interpretaciones que sirvan a los propósitos de un nuevo curso del desarrollo en los próximos años. Por otro lado, además, para mostrar los productos del trabajo colectivo de los académicos y elevar el prestigio institucional.

Habrá que discutir qué y cómo cambiar nuestra institución para que adquiera condiciones de tránsito por la era del conocimiento. Para ello, tengo la convicción de que es indispensable alentar la investigación humanística y social. Tendremos que decidir cómo elevar la rigurosidad del trabajo, no el número de publicaciones, promover la interacción de los investigadores en proyectos comunes, ampliar el ámbito de la difusión y diseminación del conocimiento que se produce. La extensión para interactuar de forma directa con grupos o sectores de la sociedad a quienes les interese que hagamos investigación y docencia para impulsar el desarrollo del entorno.

Las humanidades y las ciencias sociales en la UNAM, hoy, son cruciales para impulsar flujos de conocimiento de distintos campos, que se junten y se mezclen en intersecciones de donde proliferen nuevas investigaciones, científicas, humanísticas y sociales que orienten la elaboración de políticas para la sostenibilidad, para que las poblaciones marginadas eleven sus niveles de bienestar y vayan integrándose a nuevos contextos sociales.

Desde mi punto de vista, el fortalecimiento de estas disciplinas requiere que la investigación se integre a la docencia, más plenamente, en modos flexibles que deriven en diversas rutas de aprendizaje. Los planes docentes podrían enriquecerse sí se abren espacios para que los investigadores puedan ofrecer y realizar cursos y seminarios sobre lo que trabajan, a modo de materias complementarias u opcionales con valor curricular. Romper el cerco que obstaculiza la enseñanza y la dirección de tesis, que emerge por el dominio de las aulas y la certificación de las tareas docentes que realizan los investigadores. En fin, dar una mayor organicidad a las relaciones de las dos funciones sustantivas de la Universidad.

Considero indispensable que en estos campos se abran posibilidades de mejorar constantemente la metodología, las técnicas de investigación y el uso de las nuevas tecnologías para adquirir y procesar información, tal que los análisis se nutran empíricamente lo más posible. Los seminarios teórico-metodológicos son cruciales para elevar los niveles académicos de quienes investigan o aprenden cuestiones humanísticas y sociales.

En fin, aprovechando que hay nuevas autoridades, se sugiere conformar un plan de trabajo para fortalecer las humanidades y las ciencias sociales, en el que se cuide la libertad en el quehacer académico, que mejore las condiciones de trabajo de los investigadores y que la producción de conocimiento oriente y dé sentido a los cambios de la sociedad.