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Roberto Rodríguez Gómez

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Alternativas a las pruebas de admisión

Rodríguez-Gómez, R. (mayo 11, 2006). Alternativas a las pruebas de admisión. Suplemento Campus Milenio. Núm. 176 2006-05-11

Prácticamente todas las universidades públicas del país aplican exámenes del tipo "prueba objetiva de aptitud académica" para la selección de aspirantes de primer ingreso al nivel superior. La mayor parte de esas instituciones recurre a los servicios del Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (CENEVAL), otro grupo utiliza las pruebas diseñadas por el College Board estadounidense, y unas cuantas más recurren a exámenes diseñados por la propia institución.

¿Cuáles son las ventajas y desventajas de utilizar este método para escoger los nuevos estudiantes universitarios? En primer lugar, la simplicidad del procedimiento. Sin demeritar el trabajo técnico y administrativo que supone la aplicación a mediana o gran escala de una prueba de este tipo, una vez que se consigue estabilizar el procedimiento el resto es rutina. Más aún cuando se dispone de una agencia externa para el diseño y gestión de la prueba. Una segunda razón es que, aparentemente, se trata de un filtro justo: el examen es el mismo para todos los aspirantes y, por lo tanto, tienen ellos la misma oportunidad y el resultado se deriva exclusivamente de méritos académicos personales.

En tercer lugar, se supone que las pruebas objetivas predicen, con cierto grado de certeza, el desempeño escolar de los estudiantes en su trayectoria universitaria. De este modo, la aplicación de pruebas objetivas debería favorecer el indicador de eficiencia terminal de los programas. Por último, dichos exámenes proporcionan, así se supone, una evaluación sobre el nivel de conocimientos de la población de nuevo ingreso, que podría ser aprovechada para adecuar el currículum inicial a las capacidades intelectuales de los estudiantes.

Como desventajas se identifican las fallas de tal sistema de evaluación precisamente en los aspectos que en teoría resuelve. Por ejemplo, está ampliamente documentado que las pruebas objetivas favorecen a los estudiantes con mejores condiciones económicas y socioculturales. Prácticamente todas las variables concernientes se alinean en esa dirección: escolaridad y ocupaciones de los padres, nivel de renta de los hogares, capital cultural de la familia. En varios países se han estudiado las desventajas ante el examen de ciertos grupos étnicos o raciales, así como de inmigrantes. Además, a pesar de que las mujeres son, en términos generales, mejores estudiantes que los hombres, obtienen puntajes significativamente inferiores en este tipo de pruebas.

El examen de admisión es un filtro social. No conozco un solo estudio que demuestre lo contrario. Entonces, tener políticas de equidad después del examen, por ejemplo becas para los estudiantes más pobres, presenta un grado de incongruencia digno de ser considerado. Por otra parte, existe un debate inagotado sobre la calidad predictiva de este tipo de pruebas. Pero en general se acepta que la combinación entre el promedio obtenido en el ciclo de bachillerato y el puntaje en la prueba de admisión es un mejor predictor del desempeño y la trayectoria que el solo resultado de las pruebas de ingreso.

Otro aspecto interesante en la discusión es aquel que señala que la existencia de pruebas de ingreso como principal requisito para acceder a los estudios universitarios tiende a desestimular el desempeño en el bachillerato. Pareciera, a los ojos de los estudiantes, que es más importante prepararse para el examen que contar con buenas calificaciones en el ciclo previo. Basta con tener el promedio mínimo requerido. Este efecto genera, además, un mercado: el de organizaciones que se dedican a preparar aspirantes para enfrentar el desafío del examen.

A la vista de esta problemática algunas universidades públicas están revisando el esquema. Desde hace años, la Universidad de Guadalajara opera un sistema de admisión en que el promedio de bachillerato y la calificación en el examen (ellos aplican el College Board) se combinan por partes iguales para definir la posición en el concurso de selección. Más recientemente, la Universidad Autónoma del Estado de México, según informó el diario La Crónica de Hoy el 28 de abril pasado, está por implantar un procedimiento mediante el cual el promedio de bachillerato contará 40 por ciento, y la proporción restante provendrá de los puntos obtenidos en la prueba objetiva.

Vale la pena estar atentos a esta dinámica. La discusión sobre reglas y procedimientos de admisión es un tema de la mayor importancia si se quiere revisar a fondo la problemática de la equidad social del acceso universitario.




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