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Roberto Rodríguez Gómez

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CIDE: el fracaso de la política

Rodríguez-Gómez, R. (enero 26, 2022). CIDE: el fracaso de la política. Suplemento Campus Milenio. Núm. 933. pp. 2022-01-26

Más que un triunfo de la autoridad, la imposición significa el fracaso de la política, sobre todo cuando existen medios alternativos para la negociación de intereses. Los episodios que han tramado el conflicto entre el Conacyt y el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) a partir del nombramiento directivo del economista José Romero Tellaeche, así lo están confirmando.

Sergio López Ayllón, anterior titular del CIDE, renunció al cargo el primero de agosto del año pasado, cuando aún restaban dos años para cumplir su segundo periodo. El académico explicó su dimisión por problemas de comunicación y de apoyo por parte de las autoridades del Conacyt. En su reemplazo fue promovido Romero Tellaeche como director interino. La designación fue cuestionada, en primer término, por hacerla recaer en un académico que provenía de una institución distinta al CIDE y sin tomar en cuenta opciones locales.

Los problemas que detonaron el conflicto se derivaron, sin embargo, de decisiones que impuso el director interino sin considerar la opinión de la comunidad. Entre ellas, la remoción de Alejandro Madrazo Lajous como director de la sede Aguscalientes del CIDE, por haber difundido un video en que solicitaba respeto y estabilidad laboral para investigadores de Cátedras Conacyt (5 de octubre 2021). Además, el 16 de noviembre, el interino despidió a la profesora Catherine Andrews de su cargo como secretaria académica del CIDE. El motivo fue que ella no acató la instrucción del director de suspender el proceso de evaluación para efectos de ingreso y promoción académica que llevaban a cabo las comisiones dictaminadoras tal y como lo establece el estatuto y como había sido previamente programado.

A ello se sumó el trato poco sensible y respetuoso con estudiantes que se acercaron a la dirección para presentar demandas que se incluyeran en el programa de trabajo de la nueva gestión. En esa oportunidad (18 de noviembre), Romero Telleache cuestionó al centro de estudios por ser neoliberal y calificó a los estudiantes de “esponjas” que solo absorben lo que sus profesores quieren (El Universal, 25 de noviembre 2021).

En noviembre del año pasado ocurrió el proceso de selección definitiva del director del CIDE. En primer lugar, los dos candidatos registrados (Romero Telleache y Vidal Llerenas) presentaron sus respectivas propuestas a la comunidad de estudiantes y profesores del CIDE. El resultado de esta etapa, conocida como “auscultación interna”, favoreció a Vidal Llarenas: 8.98 puntos contra 7.29 para Romero Telleache. En ella participaron 158 personas, entre académicos y estudiantes (Crónica, 30 de noviembre 2021).

La segunda etapa consistió en una “auscultación externa” que llevó a cabo un comité integrado por invitación del Conacyt. Según informó la titular del organismo, el resultado de la auscultación externa fue “unánime” en favor del candidato Romero Telleache. El 29 de noviembre, en una atropellada sesión del Consejo directivo del CIDE, integrado mayoritariamente por representantes del ejecutivo federal, fue ratificado el resultado de la “auscultación externa”, sin atender al correspondiente a la “auscultación interna”. En esa reunión los abogados de Conacyt señalaron que las auscultaciones no tenían, de acuerdo a la norma estatutaria del CIDE, carácter vinculante y que la decisión final era atribución de la persona titular del Conacyt. Con ese argumento concluyó la reunión y se procedió a la designación de Romero Telleache como director general de la institución. En este acto los representantes de las secretarías de Economía, Energía y del INE, así como la directora de El Colegio de México, manifestaron su desacuerdo con la designación, por razones de procedimiento. No obstante, se hizo valer la decisión original del Conacyt.

A lo largo del proceso narrado, grupos de estudiantes y de académicos del CIDE hicieron expresiones públicas de inconformidad convocando al diálogo con las autoridades del Conacyt. Estas expresiones tuvieron eco en una amplia comunidad académica atenta a los acontecimientos. Se multiplicaron las cartas de apoyo a la movilización así como los llamados al diálogo para la resolución de las diferencias. Nada de ello tendría el efecto de abrir el espacio de interlocución demandado. Por el contrario, desde la tribuna del ejecutivo federal se respaldó la actuación del Conacyt, acusando a la institución y a sus académicos de sostener una perspectiva ideológica y práctica afín al programa “neoliberal”.

Los estudiantes determinaron, el mismo día del nombramiento del director, esto es el 29 de noviembre, tomar las instalaciones de las dos sedes del CIDE (Ciudad de México y Aguascalientes) e iniciar un paro de actividades. Esta decisión fue respaldada por la asamblea académica permanente del CIDE. Durante la toma de instalaciones, que se prolongaría hasta el 15 de enero de este año, se abrieron posibilidades de diálogo y negociación. Estas fueron desperdiciadas por la directiva del Conacyt al no haberse concretado la opción de una mesa de negociación entre las partes.

Por último, el 24 de enero, la asamblea de asociados del CIDE autorizó, con voto dividido, la reforma a los estatutos propuesta por el Conacyt. En ella se plantea un mayor grado de control, por parte de la autoridad del sistema de ciencia y tecnología, sobre el gobierno de la institución académica. Como era de esperarse, la reacción de estudiantes y académicos ha sido, de nueva cuenta, crítica y adversa al proceder del Conacyt.

Digamos que, por lo pronto, el Conacyt se sale con la suya. Pero a un elevado costo: muestra que el organismo prefiere acrecentar un conflicto e imponer el principio de autoridad antes que resolverlo por la vía de la negociación, la concertación y la búsqueda de acuerdos. En tales condiciones, se resta legitimidad a sus decisiones y se deterioran las posibilidades de desarrollar un proyecto académico alternativo.




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