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Roberto Rodríguez Gómez

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Educación superior: nuevas tendencias de privatización

Rodríguez-Gómez, R. (octubre 27, 2022). Educación superior: nuevas tendencias de privatización. Suplemento Campus Milenio. Núm. 970. 2022-10-27

La matrícula de educación superior del país, correspondiente al ciclo escolar 2021-2022, rompió la barrera de cinco millones de personas inscritas en los niveles de técnico superior universitario, licenciatura y posgrado. La cantidad exacta es de 5,068,493 estudiantes, según reporte de la Anuies en su anuario estadístico, e incluye tanto la matrícula de educación escolarizada como la inscrita en programas de educación a distancia.

Al comparar esa magnitud con el dato de 2017-2018, último año de la administración Peña Nieto, se observa un crecimiento total de poco más de medio millón de estudiantes (506,701) en cuatro años, o bien un incremento promedio de 126,675 estudiantes por año. Al considerar el contexto de la pandemia, el indicador presenta un ángulo favorable: a pesar de las condiciones, se mantuvo una tendencia de crecimiento del sistema de educación superior. No obstante, para identificar con mayor precisión el significado e implicaciones de la pauta de crecimiento, conviene desglosar el resultado global.

¿En qué niveles y del sistema se registró el mayor incremento?, ¿cómo se comportaron los subsistemas público y privado?, ¿en qué medida la oferta a distancia contribuyó al crecimiento?, ¿hasta qué punto la dinámica de expansión de la matrícula ha modificado la distribución de los componentes del sistema?

Veamos en primer lugar los niveles. El nivel correspondiente a programas de técnico superior universitario y profesional asociado que, como se sabe, consiste en formaciones de corta duración –generalmente 2 o 3 años– en su gran mayoría de corte técnico, que otorgan un grado intermedio entre el bachillerato y la licenciatura, registra una importante disminución de matrícula: en 2017-2018 el total sumaba 174,609 estudiantes, en 2021-2022 el registro fue de 154,777, lo que representa un decremento de casi veinte mil alumnos menos (-19,832) y en términos relativos, una disminución de 11.4 por ciento. Un dato adicional: la matrícula TSU escolarizada en instituciones públicas registró la mayor disminución del conjunto, con 21,638 estudiantes menos que en 2017-2018.

En el nivel de licenciatura, sin contar la matrícula de escuelas normales, se tuvo un incremento de 421,042 estudiantes en el periodo, lo que representó un aumento de 10.7 por ciento. Un primer dato llamativo del comportamiento de la matrícula de licenciatura en las IES públicas, es que el incremento registrado se debió, en igual proporción, a las modalidades escolarizadas y a distancia. En el sistema público escolarizado hubo un crecimiento de 136,112 estudiantes y en el no escolarizado de 135,526. Este comportamiento puede ser atribuido, en alguna medida, a los efectos de la pandemia, aunque no es descartable la hipótesis de que las restricciones financieras de las IES públicas hayan propiciado una mayor atención a la demanda por la vía de programas a distancia.

La oferta de licenciatura en el segmento privado observó una pauta muy distinta: La matrícula en modalidad escolarizada disminuyó ligeramente: en 2017-2018 era de 1,018,909 estudiantes mientras que en la actualidad de 1,009,748, es decir un decremento de menos nueve mil alumnos. En cambio, en la opción a distancia se registró un aumento significativo: de 360,178 a 518,743 estudiante, esto es 158,565 durante el periodo de referencia. El dato es importante porque significa que la matrícula privada no escolarizada registró un incremento absoluto mayor al del segmento público escolarizado y al del público no escolarizado. Debido a que la matrícula privada escolarizada se estancó pero fue compensada por la no escolarizada, la proporción público/privado en este periodo permaneció casi idéntica: 65 por ciento para el sector público y 35 por ciento para el privado. Así están las cosas en el nivel de licenciatura universitaria y tecnológica: no ha ocurrido un cambio importante en la dirección de incrementar la proporción de estudiantes con acceso a la educación superior pública de este nivel.

En posgrado las cosas cambian. Es indiscutible una mayor presencia del segmento privado. Veamos: en la suma de los grados de especialidad, maestría y doctorado, agregando las matrículas escolarizada y no escolarizada, corresponden al sector público 421,668 estudiantes, que son casi setenta mil más que los inscritos en el ciclo 2017-2018. Dentro de ese total, la mayoría, poco más de setenta por ciento, son de maestría. La distribución público/privado del posgrado es, en la actualidad, de 36.3 por ciento público contra 63.7 privado. La misma proporción, pero en 2017-2018 indicaba 40 por ciento público contra 60 por ciento privado. Primera observación: el posgrado en México tiende a la privatización.

Esa es la tendencia que revelan los números. Lo peor del caso, es que no parece haber control sobre esta pauta. La matrícula de maestría suma 296,669 estudiantes; de ellos prácticamente el cuarenta y cinco por ciento (132,903) corresponde a programas privados a distancia. En contraste, en IES públicas están inscritos 82,295 alumnos de maestría, que son menos de los 83,535 de 2017-2018. Poco sabemos, lamentablemente, acerca de la calidad de los programas con la mayor tendencia de crecimiento en el nivel.

En programas de doctorado, la cifra actual registra 56,221 estudiantes; de ellos 51.1 por ciento en IES privadas, lo que no deja de ser extraño si se toma en cuenta que la mayor parte de la investigación académica que se lleva a cabo en México corre a cuenta de IES públicas. Lo más grave: en el segmento privado de la matrícula de doctorado (28,726 estudiantes) 18,816, es decir dos terceras partes del total, corresponde a programas no escolarizados. Dicho de otro modo, una tercera parte de todos los alumnos de doctorado del país se están formando en programas privados no escolarizados ¿tiene sentido?

En conclusión: es buena noticia que el sistema de educación superior en México mantenga una tendencia de crecimiento, sobre todo si tomamos en cuenta los probables efectos de la pandemia y el estancamiento de la inversión pública en los últimos años. Pero debería preocupar que sea el sector privado el que exprese las tendencias cuantitativas de mayor dinamismo.




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