Roberto Rodríguez Gómez

La Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (Comipems) fue integrada en febrero de 1996 e inmediatamente después se suscribió un acuerdo con el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval), para llevar a cabo un examen único de ingreso al bachillerato en Ciudad de México y su área conurbada. El Ceneval se haría cargo del diseño del examen y la Comipems de la distribución de lugares según los resultados conseguidos por los aspirantes.

El Ceneval inició sus operaciones en 1994. Previamente, en 1990, se había establecido, por acuerdo entre SEP y Anuies, la Comisión Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Conaeva), cuyo propósito consistía en articular un sistema para evaluar la educación superior con cobertura nacional. En 1991, el entonces subsecretario de Educación Superior e Investigación Científica de la SEP, Antonio Gago Huguet, propuso la idea de establecer una institución encargada de diseñar y aplicar exámenes para medir los logros y déficit de aprendizaje de los universitarios. Tal vez Gago no imaginaba en ese momento —o tal vez sí— que la responsabilidad recaería en su persona.

En 1992 la Anuies acordó la formación de dos grupos de estudio: uno para formular un examen nacional indicativo previo a la licenciatura, y otro para idear el procedimiento de aplicación. En 1993, en el marco de su XXV Sesión Ordinaria, la Anuies, encabezada entonces por Carlos Pallán Figueroa, acordó “crear una asociación civil denominada Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior; aportar fondos para financiar los programas del organismo durante los primeros tres años; y encomendarle tres exámenes: los dos primeros, con carácter diagnóstico e indicativo, evaluarían los niveles de conocimientos previos al bachillerato y a la licenciatura, y el tercero tendría la forma de un examen general de calidad profesional.

En la clausura de aquella asamblea, el entonces titular de la SEP, Ernesto Zedillo Ponce de León, saludó la iniciativa comentando que el examen previo a la licenciatura “permitirá a las propias instituciones, a las autoridades gubernamentales y a la sociedad en general, evaluar las habilidades y los conocimientos básicos que poseen los aspirantes a cursar estudios de licenciatura. En virtud de que se prevé la aplicación de dicho examen en la fase terminal del bachillerato, se podrá conocer la eficacia de las políticas adoptadas, fortaleciendo las óptimas y rectificando las que así lo requieran.”

El año siguiente, 1994, se constituyó la asociación civil Ceneval con participación de la SEP, la SEP, la UNAM, el Instituto Mexicano de Contadores Públicos, el Colegio Nacional de Psicólogos y el Colegio Nacional de Médicos Veterinarios Zootecnistas de México. Antonio Gago fue electo como su primer director y estuvo al frente de 1994 a 2002. En 1994 y 1995 se aplicaron los primeros EXANI; cabe aquí la anécdota que, originalmente, la sigla significaba Examen Nacional Indicativo, luego cambiaría a Examen Nacional de Ingreso.

La fundación del Ceneval coincidió temporalmente con la ebullición de un movimiento de rechazados al bachillerato de la UNAM: de los más de cien mil aspirantes de primer ingreso a los planteles de la Escuela Nacional Preparatoria y Colegio de Ciencias y Humanidades, únicamente treinta y cinco mil conseguían acceso, el resto, los rechazados debían buscar lugar en otras opciones de bachillerato o aguardar al año siguiente. Ese fue el contexto que dio lugar a la iniciativa Comipems, integrada por representantes del Colegio de Bachilleres, el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep), las direcciones de la SEP relacionadas con la educación media superior tecnológica, la Secretaría de Educación, Cultura y Bienestar Social del Gobierno del Estado, la UNAM y la Universidad Autónoma del Estado de México.

Entre las cláusulas del convenio de creación de la Comipems se establece que de común acuerdo se convoque a cada concurso y se fijen los criterios generales para la asignación de plantel a los aspirantes que participan; que cada etapa del concurso sea objeto de vigilancia por parte de las nueve instituciones y dependencias, y que de común acuerdo las instituciones suscribirán un convenio de colaboración con una entidad especializada en el diseño y calificación de exámenes de selección. ¿Cuál sería la entidad encargada del diseño y del examen? Pues el Ceneval.

A partir de entonces (1996) y hasta ahora el Ceneval se ha encargado del examen para la Comipems. Es llamativo que desde ese año hasta 2023 la cantidad de aspirantes ha permanecido casi constante. En 1996 fueron evaluados 262 mil 314 aspirantes y en 2023 pasaron por el examen 286 mil 572 egresados de secundaria. Están por cumplirse treinta años del examen, por él han transitado más de ocho millones de jóvenes en busca de un lugar para cursar el bachillerato. Por cierto, en el año 2000, en la UNAM decidió desafiliarse del convenio de Ceneval sin dejar de participar en la Comipems, lo que significa que los aspirantes cuya primera opción es la ENP o el CCH deben resolver el examen diseñado por la UNAM, que es prácticamente equivalente al de Ceneval: mismo número de preguntas y mismo grado de dificultad.

Eliminar la Comipems sin una mejor alternativa de distribución es poco razonable. Sería una mejor idea mejorar los exámenes que practican las instituciones encargadas, Ello es factible, aunque tampoco resuelve el problema central: prácticamente la mitad de los aspirantes tienen como primera opción alguno de los bachilleratos de la UNAM. Esta proporción, sumada a quienes eligen, como primera opción, los planteles del IPN concentra casi dos terceras partes de las preferencias. ¿Se puede intervenir en los procesos de selección de esas dos instituciones? Hay que calcular los efectos y los riesgos. No es cualquier cosa.