banner
banner

María Herlinda Suárez Zozaya

foto

Resignificar el concepto de "capital humano"

Suárez Zozaya, M.H. (enero 20, 2005). Resignificar el concepto de "capital humano". Suplemento Campus Milenio. Núm. 113. pp. 2005-01-20

El concepto de “capital humano” lleva más de cuarenta años en el léxico de los estudiosos y políticos preocupados por la utilidad de la educación para la economía. Las propuestas en torno a este concepto fueron hechos, principalmente, por dos profesores de la Universidad de Chicago que obtuvieron el Premio Nobel: t. W. Shultz y Gary Beckker. Ya antes el insigne Adam Smith había afirmado que la habilidad incorporada por la educación al trabajador puede ser considerada como capital que facilita y reduce el tiempo de trabajo.

En el ámbito de la economía de la educación, el concepto de capital humano ha sido ampliamente aceptado y utilizado. En cambio, en las ciencias sociales y las humanidades ha encontrado rechazos y críticas, debido principalmente a la implicación mercantil que tienen para la educación.

Además, nunca ha podido ser claramente comprobada la hipótesis de Shultz, en cuanto a que la diferencia en los incrementos en la productividad de las empresas, países e individuos podría ser explicada por la inversión en capital humano.

En todo caso, debe partirse del reconocimiento de la segmentación del mercado de trabajo para encontrar tasas de retorno favorables a la inversión en años de estudio.

En lo personal, yo nunca he sido adepta a la teoría del capital humano, con todo y que por años me he dedicado al estudio del comportamiento de la relación entre la educación y el trabajo. Ahora que todo está cambiando, debo aceptar, sin embargo, que el uso de este concepto me resulta atractivo como medio para cumplir el fin que siempre he perseguido y que se relaciona con la compresión pública de que la situación de pobreza y precariedad que vive el país obedece, en parte, a que no se ha entendido la utilidad que presta a la sociedad la educación en humanidades.

Hoy, que “lo humano” ha sido liberado de sus ataduras a “la sociedad del trabajo”, me parece buen momento para sugerir que México fortalezca su “capital humano”, entendiendo que la cultura y los conocimientos se acumulan, se filtran, se procesan, se seleccionan, y cada generación inicia su camino con este paquete heredado, al que hoy puede dársele el nombre de “capital humano”.

Se me dirá que la alusión a la acumulación cultural heredada es lo que comúnmente se llama “capital cultural” es tan sólo un artificio para hacer de la cultura algo que nos corresponde recibir como herencia a “todos” los mexicanos y no sólo a los que han tenido la posibilidad de “cultivarse” e familia.

Desde esta concepción, resulta claro que es responsabilidad del sistema educativo vincularse con un proceso político tendiente a la humanización de todos los mexicanos, ejerciendo y desarrollando las capacidades humanas correspondientes al entorno histórico-social que se quiere construir y se busca pertenecer.

Pero no debe interpretarse mi propuesta de traer el concepto de capital cultural al ámbito del capital humano como ponderación de lo individual y desdén de lo colectivo.

Al contrario. Estoy convencida de que los jóvenes de todos los nivele sociales, al conocer la historia, leer y apreciar grandes obras de arte y desarrollar capacidades reflexivas y comunicativas comprenderán la importancia de dialogar y de no actuar solos. Sabrán que no están con las manos vacías, frente a un presente que se desdeña con etiquetas como “la era de la incertidumbre” o “la era de la opacidad”.

Si se considera que es pacto vigente entre nosotros la construcción y recreación de la democracia la historia nos muestra que el modelo de la paidea es esencia. Si además rechazamos, la pobreza como destino; tendremos que esforzarnos por trascender los enfoques del “capital humano” que confunden educación con capacitación y que, por estar constreñidos a los paradigmas de la sociedad industrial, no comprenden que, ahora, la referencia a las “competencias laborales” aluden a las capacidades de reflexión, aprendizaje, innovación, comunicación, toma de decisiones y otras e este tipo.

Si seguimos anclando nuestra posibilidad de competencia y de acumulación de capital en la demanda de mano de obra barata estamos perpetuando y agravando la situación de deshumanización que ya se ha vuelto proyección del presente y futuro del país. Como lo dijo Paulo Freire hace más de30 años, refiriéndose a la situación de América Latina:

“La humanización y la deshumanización del mundo no son ‘algo’ que esté ahí para que el hombre se adapte a ellas; al contrario, son problemas sobre los que debemos trabajar para resolver”.

Hoy, que los mexicanos debemos resolver problemas de falta de democracia, pobreza, corrupción, violencia, escasez de empleo, subempleo, etcétera el apoyo a las humanidades debe ser prioridad de la política pública (y también de la acción privada).

Conocer, gozar, reflexionar y comprender la historia y las grandes ideas y tradiciones de las culturas propias y de otros resulta exigencia para lograr una digna y competente inclusión al nuevo mundo globalizado.

Este es el punto de partida de uno de los proyectos que actualmente suscribo y que comparto con compañeros de la UNAM y de la Universidad de Chicago. Buscamos demostrar la utilidad de la educación en humanidades para el sostenimiento de la vida democrática y para la creación de riqueza en las sociedades y para los individuos. Por ello, utilizamos el viejo concepto de “capital humano” tratando de resignificarlo y encontrar palabras que nos permitan dialogar con los que tienen en poder en estos tiempos.




Derechos reservados 2024 PUEES-UNAM
Universidad Nacional Autónoma de México